La cultura Valdivia fue una cultura arqueológica precolombina que se desarrolló durante el Periodo Formativo Temprano, concretamente desde el 3800 al 1450 a. C.[1][2]​ Esta cultura ocupó las tierras bajas de la costa del Ecuador, en las provincias de Santa Elena, Guayas, Los Ríos, Manabí y El Oro, incluyendo a la Isla Puná.[1]​Es más conocida porque fue una de las primeras culturas de América en llevar a cabo una revolución neolítica, es decir, empezar a fabricar vasijas de cerámica, adoptar un estilo de vida sedentario, construir villas y poblados y depender de la agricultura para conseguir alimentos.[3][4]

Cultura Valdivia

Estatua de piedra de la cultura valdivia
Información histórica
Periodo Período formativo
Primeros registros c. 3800 a. C.
Decadencia c. 1500 a. C.
Información geográfica
Área cultural América del Sur
Sub área cultural América andina
Equivalencia actual Ecuador
Asentamientos importantes

La cultura valdivia es principalmente conocida por sus figurillas de cerámica y piedra comúnmente conocidas como Venus de Valdivia.

Historia

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La historia de la cultura valdivia se extiende por más de 2000 años, y cubre todo el período conocido como el Formativo Temprano.[1]​ Para simplificar su comprensión, los expertos han dividido la historia de esta cultura en 8 fases, algunas de las cuales tienen sus respectivas sub fases. Aunque además de estas 8 fases, también se usan los períodos temprano, medio, tardío y terminal para referirse a diferentes momentos de la historia de la cultura vladivia.[5]

El origen de valdivia se remonta a la más antigua cultura Las Vegas del período precerámico (como su nombre lo indica, las culturas de este período no tenían conocimiento de la alfarería). Dicha cultura fabricaba herramientas de piedra casi idénticas a las que se fabricarían más tarde en valdivia.[6]​ Se cree que ya desde los tiempos de Las Vegas se inició el lento proceso de la domesticación de plantas que eventualmente llevaría a la aparición de una sociedad agrícola.[7]

Se cree que el maíz fue introducido a la costa ecuatoriana en los últimos momentos del período precerámico,[7]​ y seguramente su cultivo contribuyó a la aparición de la cultura valdivia. Sin embargo, es difícil definir el momento exacto en el que Las Vegas se convirtió en Valdivia, pero normalmente se acepta que la transición ocurrió cuando se empezó a fabricar objetos de cerámica,[6]​alrededor del 3800 a. C.[2]

Con esta transición llegaron todos los cambios propios de la vida Neolítica. La economía de caza y recolección y el estilo de vida semi nómada fueron reemplazados por la economía agraría y el sedentarismo. Los primeros siglos de esta cultura se caracterizaron por la construcción de villas y pueblos y un muy rápido crecimiento de la población. Este fenómeno es conocido como la Transición Demográfica Neolítica, y los arqueólogos lo han detectado en todo el mundo. La población valdivia alcanzó su tamaño máximo durante la Fase 3 (2800-2400 a. C.)[8]

Sin embargo, tras los máximos de la fase 3 inicia un período de lenta reducción de la población. Este fenómeno también es típico de la transición neolítica.[8]​ Los pueblos más grandes empezaron a reducir su tamaño ya que la gente empezó a migrar a los alrededores, donde se construyeron gran cantidad de pequeños caseríos.[1]

Los últimos registros de la cultura valdivia ocurren alrededor de 1450 a. C. Tras su desaparición, las áreas de valdivia fueron ocupadas por la cultura Machalilla, y posteriormente por la cultura Chorrera.[1]

El descubrimiento de Valdivia

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Betty Meggers (a la izquierda) y Carlos Zevallos Menéndez (a la derecha) fueron algunos de los primeros arqueólogos en investigar la cultura valdivia.

Los restos de la cultura valdivia fueron descubiertos en mayo de 1956 por el arqueólogo ecuatoriano Emilio Estrada Icaza, quien encontró varias piezas de cerámica muy erosionadas en el sitio de Punta Arenas, Posorja. Y fue él mismo quien en octubre del mismo año descubrió el sitio de Valdivia, en el cual pudo identificar por primera vez la antigüedad de esta cultura, fue este sitio el que le dio nombre a esta cultura. [9][10]​Estrada no tardó en contactar con los célebres arqueólogos norteamericanos Betty Meggers y Clifford Evans, a quienes invitó a excavar el sitio.[11]

Más tarde en el mismo año, los arqueólogos Carlos Zevallos Menéndez y Olaf Holm identificaron otro sitio valdivia conocido como San Pablo, iniciaron excavaciones inmediatamente.[11]

Debido a la escasa información de la que disponían estos primeros investigadores, propusieron varias teorías sobre la cultura valdivia que hoy en día han sido demostradas como equivocadas. Primeramente, ya que los primeros sitios valdivia descubiertos estaban todos junto al mar y en zonas bastante áridas, estos primeros arqueólogos pensaron que los valdivia vivían únicamente de los recursos que provee el mar, pescando y recolectando moluscos, sin ningún conocimiento de la agricultura. Y en segundo lugar, debido a que ellos no habían encontrado la cerámica tosca que se podría esperar de una cultura que apenas estaba empezando a experimentar con esta tecnología, los primeros arqueólogos pensaron que los valdivia no inventaron la cerámica por sí solos, sino que tuvieron que aprenderla de alguien más. Meggers, Evans y Estrada propusieron que el conocimiento de la alfarería vino desde las islas del Japón, ya que hay muchas similitudes entre la cerámica valdivia y la cerámica de los períodos jomón temprano y medio. Según estos investigadores, pescadores jomón se habrían perdido en el mar y las corrientes los habrían arrastrado hasta las costas del Ecuador.[4][12]

En sus excavaciones en San Pablo, en los sesenta, Zevallos Menéndez dio con los restos de una vasija que contenían la impresión de un grano de maíz. Esta y otras evidencias reunidas por el arqueólogo finalmente demostraron que la cultura valdivia no solamente conocía la agricultura, sino que dependía de ella como su principal fuente de alimentos.[4][13]

En los años setenta, una nueva ola de arqueólogos empezaron a realizar investigaciones que revolucionaron nuestra manera de entender esta cultura; En 1971, el alemán Henning Bischof encontró un complejo cerámico posiblemente anterior a valdivia conocido como San Pedro. En 1974, Betsy Hill creó la cronología de 8 fases que se usa hasta hoy en día. Uno de los principales resultados de estas nuevas investigaciones es que se demostró que valdivia era bastante más antigua de lo que se pensó inicialmente, incluso más antigua que los períodos jomón temprano y medio, lo que significa que el conocimiento de la alfarería no llegó desde el Japón.[4][6][14]​Por otro lado, el arqueólogo Presley Norton inició excavaciones en el sitio de Loma Alta[6]​ y un equipo de la Universidad de Illinois empezó a excavar en Real Alto en 1974 (sitio que había sido descubierto por el ecuatoriano Jorge Marcos Pino en 1971). Estas excavaciones trajeron nuevas técnicas que permitieron a los arqueólogos estudiar la arquitectura valdivia, tema que era desconocido hasta el momento.[15]

Organización social

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Algunos arqueólogos piensan que la población Valdivia habría estado separada en clases sociales.[8]​ Pues entre los entierros Valdivia hay un contraste entre aquellas personas que fueron enterradas humildemente en sus viviendas y aquellas que fueron enterradas en centros ceremoniales, normalmente compuestos por montículos que se encuentran en el centro mismo de los poblados Valdivia. Parece entonces ser que los centros ceremoniales habrían sido un lugar de entierro reservado para las personas de clase alta.[16]​ Algunos incluso creen que la clase social podía heredarse de padres a hijos, ya que en el sitio Real Alto se encontraron los restos de un niño enterrado en una posición privilegiada en uno de estos montículos ceremoniales, este niño habría nacido con un rango social privilegiado, ya que no tuvo tiempo en la vida para ganar este estatus por sus propios méritos debido a su corta edad.[8]

Estas evidencias contrastan con lo que se conoce de la cultura Las Vegas, que fue la antecesora de la cultura Valdivia. Si bien se han encontraron gran cantidad de entierros de esta cultura, no hay señal alguna de clases sociales.

Como el resto de las sociedades de la época, la cultura valdiviana tendría una organización de tipo tribal. Regulaban su vida a través de relaciones de reciprocidad y lazos de parentesco, que aseguraban la supervivencia del grupo. Es posible que contaran con jefes y especialistas en las relaciones con la esfera sobrenatural.

La presencia de entierros debajo del piso arcilloso de las chozas residenciales es bastante característico de muchas sociedades agrícolas. En efecto, los entierros sirven como títulos de propiedad que indican cual linaje es dueño de la propiedad. Quizás los valdivianos hacían lo mismo. En muchas sociedades agrícolas en este nivel de desarrollo en el mundo, la propiedad pertenece a las mujeres y los linajes se definen por el lado femenino (matrilinaje). La presencia de una "matriarca" en otro entierro en Real Alto posiblemente refleje una organización matrilineal para la cultura valdiviana.

Este mismo entierro sugiere algo más que un simple sistema matrilineal, porque esta mujer recibió atención muy especial. Primero, su tumba fue recubierta por piedras de moler. Luego, a los pies fue enterrado un hombre degollado y descuartizado, evidencia de un posible sacrificio en honor a la mujer. Tercero, hay evidencia de siete entierros secundarios en la misma tumba, probablemente realizados durante distintos ritos posteriores. Otro dato interesante sobre el osario es la presencia de entierros de niños en lo que parece ser recinto muy especial.

Economía

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El estudio de la economía de subsistencia en la cultura valdivia se ha visto frecuentemente complementado gracias a la evolución de los proyectos arqueológicos que se han ido desarrollado en la zona. Como las primeras investigaciones se llevaron a cabo exclusivamente cerca de la costa, las hipótesis sobre la economía valdiviana indica que esta giraba en torno a los recursos que se pueden extraer del mar.

De este modo, las primeras conclusiones destacadas por Emilio Estrada indicaban que los moluscos eran la principal fuente de alimento. El gran número de conchas encontrados en los diferentes estratos de los yacimientos de Valdivia, Buena Vista y Punta Arenas de Posorja así lo reflejan. Destacan entre más de cuarenta y dos especies distintas la Ananalocardia subrugosa y la Cerithidea valida. Estudios complementarios encontraron también restos de cítricos y ají, lo que sugiere que estas conchas se preparaban por maceración, siendo la primera referencia documentada de este tipo de preparación en América. Parece ser que las conchas también sirvieron para el intercambio al haberse encontrado estas en asentamientos de otras culturas coetáneas ubicados en el interior del continente, como por ejemplo, la cultura Guañape (Perú), Barlovento (Colombia), Monagrillo (Panamá), y diferentes asentamientos en Chile y México, estamos pues ante la primera cultura eminentemente comercial marítima de América. Unos cinco siglos antes del inicio de nuestra era, los contactos marítimos con pueblos del oeste de México, Centroamérica, Colombia y Perú ya eran regulares y constituían auténticas rutas comerciales. Lo importante de este hecho es que el intercambio sobre la base de conchas tiene su origen e impulso en esta cultura con toda certeza, ya que el 90% de las mismas se encuentran en las costas del actual Ecuador, especialmente en zonas de bahía.[4]

Además de los moluscos, se han encontrado también restos de peces y ocasionales huesos de venado, lo que indica que practicaban la pesca y la caza.[4]

En 1965, Persley Norton realizó las primeras investigaciones en el interior de la selva ecuatoriana y, entonces, se complementó el esquema de la economía de subsistencia valdiviana con la agricultura. Aprovechando la fertilidad que aportaban los ríos Verde y Zapotal, se desarrolló una incipiente domesticación de plantas. Entre sus cultivos principales, podemos destacar: achira, lerén, ají, una especie de maíz llamada kcello ecuatoriano, porotos, calabazas, yuca, camote, maní y algodón. También recolectaban frutos silvestres como papayas, piñas, chirimoyas y paltas.[4]

Las evidencias de estas prácticas se consolidan con la aparición de gran cantidad de manos de moler y metates hallados que indican la molienda de raíces, semillas y granos de maíz. Además, los arqueólogos han hallado estratos de una longitud superior a los dos kilómetros que pudieron responder a restos de pequeñas canalizaciones para regular el riego o para evitar el desaprovechamiento del agua.[4]

 
Cuencos valdivia.

La cultura valdivia destaca por ser uno de los posibles orígenes de la producción de cerámica en América del Sur[4]​ pero también destacan los trabajos en otro tipo de materiales.

Hay que mencionar los punzones elaborados a partir de las espinas de aletas de pescado, las conchas labradas, en especial las de las especies de Spondylus, Mactrella clisia y Dosinia dunkeri y el trabajo en material lítico.[4]

La piedra labrada constituye un testimonio muy útil para el estudio de la fabricación de herramientas. Entre las herramientas líticas halladas en este yacimiento son destacables los cuchillos de lasca, los núcleos, los machacadores, metates, pulidores, pesos para pescar y raspadores.[4]

El material rocoso de Valdivia está compuesto por arcilla endurecida, pizarra arcillosa y conglomerado de arenisca, por lo que el resto de clases de roca que se han encontrado (cuarcita, calcedonia, cuarzo o jaspe) probablemente hayan sido traídas por los pobladores de un lugar externo.[4]

La cerámica de la cultura valdivia fue clasificada en catorce tipos diferentes: San Pablo Ordinario, Valdivia Ordinario, Valdivia Pulido, Valdivia Pulido en Líneas, Valdivia Rojo Pulido, Valdivia Tiras Sobrepuestas, Valdivia Inciso Línea Ancha, Valdivia Brochado, Valdivia Exciso, Valdivia Inciso Línea Fina, Valdivia Inciso, Valdivia Modelado, Valdivia Pulido con Guijarro y Valdivia Punteado.[17][4]​ La agrupación de las piezas se realiza atendiendo a diferentes factores. Por una parte, se distinguen según la forma de los labios, los bordes y las bases y, por otra parte, su diversidad reside en el tipo de composición y de decoración. Las diferentes formas de labio que presentan pueden ser: aplanadas, con un filo recto y aplastado; redondas, con un filo curvo; o biseladas, con una terminación afilada. Los bordes pueden ser de diferentes formas: directos, del mismo espesor que el cuerpo; evertidos, marcadamente doblados hacia fuera; expandido, cuyo espesor va aumentando gradualmente hasta llegar al labio; doblados, engrosados por la parte exterior o interior, combados, curvado hacia fuera y luego doblado hacia arriba; y carenados, cuyo espesor va disminuyendo gradualmente hasta llegar al labio. En cuanto a las bases de la cerámica valdiviana pueden ser: aplanadas, cóncavas o tetrápodas. En términos generales, quizás la falta de uniformidad y la aspereza de las paredes sean las características más destacables.[17]

La decoración de la cerámica también fue clasificada por Emilio Estrada en dos fases. Un primero periodo (Valdivia A) cuya decoración es muy simple y que se caracteriza por las técnicas de acordelado, decorado con dedos, incisiones cruzadas, protuberancias hechas con los dedos, corrugado, decoración peinada, decorados con uñas o estampado con conchas. Y un segundo periodo (Valdivia B), en el que la complejidad de la decoración es mayor, incluyendo estampados en zig zag, excisos, impresos con cuerda trenzada o impresos con tejidos.[4]

Morteros

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mortero jaguar

Los morteros en forma de felinos, monos y loros servían para pulverizar sustancias medicinales y alucinógenas, la hoja de coca con la cal eran los elementos más utilizados. Figuran entre la parafernalia de antiguos ritos de transformación religiosa facilitada por el uso de plantas de poder.

Los morteros fueron utilizados para moler alimentos, preparar pigmentos o colorantes caseros, medicinas o veneno, para sus actividades de cacería o magia. A su función frecuentemente añadieron elementos artísticos ornamentales en sus vidas.

Figurillas de valdivia

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Las figurillas Valdivia son probablemente el elemento más conocido del arte Valdiviano. Estas suelen ser pequeñas estaquillas que comúnmente representan mujeres. Popularmente se las suele llamar "Venus de Valdivia", sin embargo este nombre ha sido cuestionado porque atribuye a estas representaciones figurativas un significado meramente sexual.[18]

Los ejemplares más antiguos de estas figurillas fueron fabricados en piedra. Pero a partir de la Fase II (3300 - 2800 a. C.) se empezó a fabricar figurillas de cerámica. La técnica para crearlas consistía en unir de dos cordones de arcilla para luego, una vez unidos, ir dando forma al cuerpo. Los extremos de los cordones se dejaban separados para formar las piernas a partir de estos.[19]​Usualmente se les daba un acabado con engobe rojo, el cual les da su apariencia tan característica.

Estos artefactos han aparecido en toda clase de contextos arqueológicos. Es decir se las ha encontrado tanto en unidades domésticas, templos y enterramientos, como se las ha encontrado en basureros valdivia.[19]

Se han barajado diversas hipótesis para dar explicación a la creación de estas figurillas. Una teoría muy común sobre su uso dice que estas sirvieron en rituales para propiciar la fertilidad.[20]​ Otra teoría dice que los chamanes Valdivia las utilizaron en ceremonias sanadoras para curar enfermedades causadas por malos espíritus.[11]​ También hay quien dice que los chamanes las usaron para atrapar espíritus de otros mundos y traerlos a este mundo.[21]​ Y otra teoría popular entre los científicos dice que las figurillas formaron parte de un ritual de paso entre las mujeres Valdivia, ya que diferentes figurillas representan diferentes etapas de la vida de una mujer.[22]​Sin embargo, ninguna de estas hipótesis ha sido demostrada.

Cultos fúnebres

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Los Valdivia tenían varias maneras de enterrar a sus difuntos. Normalmente los adultos eran enterrados en posición fetal, sin ningún tipo de ajuar funerario con la ocasional excepción de algún hacha de piedra.[12][23][24]​ Los niños por otra parte eran enterrados debajo de alguna olla colocada bocabajo. [12][25]​Alternativamente, se ha encontrado gran cantidad de entierros dentro de los postes y columnas de las casas Valdivia, los muertos se enterraban en estos lugares para que se convirtieran en guardianes del hogar. Esta tradición todavía se practica en ciertos lugares de la costa ecuatoriana hasta hoy en día.[26]

Sin embargo, se han encontrado varias tumbas que parecen no seguir las tradiciones fúnebres más comunes de la cultura Valdivia. Estos normalmente ocurren en los montículos y las áreas centrales de los pueblos Valdivianos. Por este motivo se piensa que estos fueron los entierros de personas importantes y de clase alta. [16]​Los ejemplos más conocidos de estos entierros extraordinarios son las tumbas que se encontraron en el Montículo del osario, en Real Alto. Allí se enterró a una mujer de presumiblemente gran importancia en una tumba construida con piedras de moler, y alrededor de ella se enterraron los cuerpos de varios hombres que posiblemente fueron sacrificados en honor a esta mujer.[27]​También se encontraron entierros excepcionales en un montículos en La Emerenciana (provincia de El Oro), estos incluyen varios esqueletos que parecen haber sido enterrados sentados y en fardos funerarios, es decir, enrollados en tela o redes. Varios de estos habían sido pintados con color rojo y se colocaron gran cantidad de animales y conchas marinas como ofrendas.[28]

Los perros domésticos también se sepultaban,[23]​​ siguiendo un patrón funerario parecido al de sus amos.

Relación de las primeras culturas ecuatorianas con otras culturas

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Emilio Estrada realizó un análisis comparativo que consiste en tomar conjuntos de características de la cultura estudiada e investigar los diferentes sitios en los que pueda haber cierto número de semejanzas. En este sentido, se han hallado diversas coincidencias entre la cultura valdivia y las culturas Guañape (en Perú), Barlovento (en Colombia) y Monagrillo (en Panamá).[4]

Uno de los puntos en común de todas estas culturas, es que en todas ellas se constituyen extensos depósitos de restos de conchas, lo que evidencia que en su origen se constituyeron cerca de antiguas bahías, a cierta distancia de la playa actual. Por otra parte, las cuatro culturas son consideradas los complejos cerámicos más antiguos de sus respectivas regiones. El análisis de ciertas características y rasgos cerámicos se repiten en las cuatro culturas: tipo de decoración, técnicas de fabricación, forma de las vasijas...[4]

Respecto a las técnicas de fabricación, distintos restos de tazones y ollas encontradas en las diferentes áreas culturales, distinguen hasta tres técnicas de fabricación comunes en las cuatro culturas: desgrasante de arena gruesa, desgrasante de arena fina y construcción acordelada.[4]

La simultaneidad con que estas características aparecen en regiones tan distantes, evidencia un posible contacto histórico.

Véase también

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Referencias

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Bibliografía

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Enlaces externos

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