Diplopoda

clase de miriápodos
(Redirigido desde «Milpies»)

Los diplópodos (Diplopoda, del griego διπλόος diplóos, 'doble' y ποδός podos, 'pie'), son una clase de miriápodos que se caracterizan por tener dos pares de patas articuladas en la mayoría de sus segmentos corporales dobles, o diplosegmentos.

Milpiés
Rango temporal: 428 Ma - 0 Ma
Silúrico Superior-Reciente
Taxonomía
Reino: Animalia
Filo: Arthropoda
Subfilo: Myriapoda
Clase: Diplopoda
de Blainville en Gervais, 1844
Diversidad
16 órdenes, c. 12 000 especies
Subclases

Se les conoce comúnmente como milpiés,[1]​ aunque por lo general tienen entre 34 y 400 patas. Generalmente tienen cuerpos cilíndricos muy largos con más de 20 segmentos, aunque los oniscomorfos son más cortos y pueden enroscarse formando una bola. Existen unas 12 000 especies, clasificadas en 16 órdenes y alrededor de 140 familias, lo que convierten a los diplópodos en la mayor clase de miriápodos, un grupo de artrópodos que también incluye a los quilópodos (ciempiés y escolopendras) y otras criaturas con numerosas patas. Se calcula que quedan 80.000 especies por describir.[2]

La mayoría de los milpiés son detritívoros de movimiento lento que se alimentan de hojas en descomposición y otra materia vegetal muerta. Algunos comen hongos o chupan fluidos vegetales y una pequeña minoría son depredadores. Generalmente son inofensivos para los seres humanos, aunque algunos pueden convertirse en plagas domésticas o de jardín, especialmente en invernaderos, donde pueden causar daños importantes a las plántulas. La mayoría se defienden segregando diversas sustancias químicas por unos poros a lo largo del cuerpo, aunque los minúsculos polixénidos están cubiertos de manojos de pelos que se desprenden fácilmente enredándose en los miembros y la boca de sus depredadores. La reproducción en la mayoría de las especies se lleva a cabo por unos apéndices modificados denominados gonópodos, con el que los machos transfieren los paquetes de esperma a las hembras.

Su aparición se remonta al período Silúrico, por lo que son unos de los primeros animales terrestres que se conocen. Aunque algunos miembros de grupos prehistóricos llegaron a alcanzar más de dos metros de longitud, las especies modernas de mayor tamaño alcanzan longitudes máximas de entre los 27 y los 38 cm que mide el milpiés de mayor tamaño, Archispirostreptus gigas. Entre los miriápodos, los milpiés han sido tradicionalmente considerados más estrechamente relacionados con los diminutos paurópodos, aunque algunos estudios moleculares cuestionan esta relación.

Se distinguen de los ciempiés (clase Chilopoda), unos miriápodos algo parecidos pero solo distantemente relacionados, en que estos se mueven rápidamente, son carnívoros y solo tienen un par de patas en cada segmento corporal.

Características

editar
 
Tipos de cuerpo típicos de Penicillata (arriba), Pentazonia (medio) y Helminthomorpha (abajo).

Entre los diplópodos se dan una gran variedad de formas y tamaños, que van desde los 2 mm hasta unos 35 cm de longitud,[3]​ y pueden tener desde tan solo once hasta más de trescientos segmentos.[4]​ Son generalmente de color negro o marrón, aunque hay algunas especies de colores brillantes y algunas tienen coloración aposemática para advertir que son tóxicas.[5]​ Las especies del género Motyxia producen cianuro como defensa química y son bioluminiscentes.[6]

Los tipos de cuerpo varían mucho entre los grupos principales. En la subclase basal Penicillata, compuesto por los minúsculos milpiés del orden Polyxenida, el exoesqueleto es blando y no calcificado y está cubierto de prominentes setas o pelos. Todos los demás, esto es, los pertenecientes a la subclase Chilognatha, tienen un exoesqueleto endurecido. Los chilognatos se dividen a su vez en dos infraclases: Pentazonia, que contiene grupos de cuerpo relativamente corto como los del superorden Oniscomorpha, y Helminthomorpha (milpiés tipo «gusano») que contiene la gran mayoría de especies, con cuerpos largos y multitud de segmentos.[7][8]

Cabeza

editar

El cuerpo de los diplópodos está constituido por dos regiones o tagmas: cabeza y tronco. La cabeza suele ser redondeada por la parte superior y aplanada por la inferior y está provista de dos pares de piezas bucales (dignatos), las mandíbulas y el gnatoquilario (gnathochilarium).[9][10]​ Cuenta con un único par de antenas con siete u ocho segmentos y un grupo de conos sensoriales en la punta.[9]​ Muchos órdenes también poseen un par de órganos sensoriales conocidos como órganos de Tömösvary, formados como pequeños anillos ovales posteriores y laterales en la base de las antenas; su función es desconocida,[9]​ aunque también se da en algunos ciempiés y posiblemente se utilizan para medir niveles de humedad o luz en el ambiente circundante.[11]

Los ojos consisten en varios ocelos (ojos simples) de lente plana dispuestos en un grupo o campo ocelar a cada lado de la cabeza. Aunque en algunos grupos como los júlidos son numerosos, no todos los diplópodos disponen de ocelos;[10]​ todos los polidesmos y algunos milpiés que viven en cuevas como los de los géneros Causeyella y Trichopetalum tenían antepasados que podrían ver, pero han perdido posteriormente sus ojos y son ciegos.[3]

Cuerpo

editar
 
Anatomía anterior de un helmintomorfo típico.

El tronco suele ser duro y calcificado (excepto en Polydesmida)[12]​ y, visto transversalmente, el cuerpo puede ser aplanado o cilíndrico con el dorso plano (en forma de cúpula) y está compuesto de numerosos segmentos metaméricos, cada uno con un exoesqueleto formado por placas endurecidas de cutícula (escleritos): una placa dorsal (terguito), dos laterales (pleuritos) y una ventral (esternito), bajo el que se articulan las patas. En muchos milpiés, estas placas se funden en distintos grados, formando a veces un único anillo cilíndrico. Las placas son generalmente duras, impregnadas con sales de calcio.[13]​ Debido a que carecen de una cutícula cerosa, los milpiés son susceptibles a la pérdida de agua y deben pasar la mayor parte de su tiempo en ambientes húmedos.[14]

El primer segmento después de la cabeza, el collum o cuello, es ápodo, y el segundo, tercer y cuarto segmentos corporales solo tienen un par de patas cada uno y reciben el nombre de haplosegmentos (estos tres haplosegmentos a veces se conocen como tórax).[15]​ Los segmentos restantes, del quinto al último, están formados por la fusión de dos segmentos embrionarios y reciben el nombre de diplosegmentos o segmentos dobles. Cada diplosegmento cuenta con dos pares de patas (a diferencia de los ciempiés, que solo tienen uno). En algunos milpiés, los últimos segmentos no tienen patas. Los términos segmento o anillo corporal se utilizan a menudo indistintamente para referirse tanto a los haplo como los diplosegmentos. El segmento final se denomina telson y consiste en un anillo preanal sin patas con una placa dorsal, dos valvas anales (placas cerca del ano que se pueden cerrar) y una placa ventral.[9][13][16]

 
Comparación (no a escala) de las expansiones laterales del noto (paranoto) en Polydesmida (izquierda) y Platydesmida (derecha).

Algunos órdenes de milpiés tienen expansiones de la pared corporal conocidas como paranota, muy variables según la especie en cuanto a forma, tamaño y textura y que pueden formar rugosidades, crestas y abombamientos o expansiones aliformes laterales.[5][12]​ La paranota puede permitir que los milpiés se introduzcan mejor en las grietas, protejan las patas o que les dificulte a los predadores tragárselos.[17]

Las patas se componen de siete segmentos, y se fijan en la parte ventral (inferior) del cuerpo. Generalmente son bastante similares entre sí, aunque a menudo más largas en los machos que en las hembras, y los machos de algunas especies pueden tener un primer par de patas reducido o agrandado.[18]​ Las modificaciones más notorias de las patas están relacionadas con la reproducción. A pesar de su nombre común, por lo general tienen entre 34 y 400 patas, aunque la especie con más, Eumillipes persephone, descubierta en 2021, tiene individuos que poseen más de 1300,[4]​ más que cualquier otra criatura en la Tierra.[19]

 
Hembra de Illacme plenipes, con 618 patas (309 pares).

Órganos internos

editar

Los milpiés respiran a través de dos pares de espiráculos ubicados ventralmente en cada segmento cerca de la base de las patas.[20]​ Cada uno se abre en una bolsa interna y se conecta al sistema traqueal. El sistema circulatorio es abierto con un corazón tubular que discurre dorsalmente por toda la longitud del cuerpo situado en una cavidad pericárdica; la hemolinfa entra en el corazón a través de ostiums dispuestos de forma segmentaria a lo largo de su longitud y es bombeada hacia el extremo anterior del animal.[21]​ El sistema digestivo es un tubo simple con dos pares de glándulas salivales para ayudar a digerir los alimentos. Los órganos excretores son dos pares de tubos de Malpighi, situados cerca de la mitad del intestino.[13]

Reproducción y desarrollo

editar
 
Oxidus gracilis apareándose.

Todos diplópodos tienen fecundación interna. Los órganos sexuales secundarios pueden no estar presentes o no ser visibles (sobre todo en el caso de las hembras).[12]​ En el orden basal Polyxenida el apareamiento es indirecto, ya que las hembras toman los espermatóforos del suelo, guiadas por una seda con una señal química depositada por los machos.[20][16]​ En los demás grupos de milpiés, los machos poseen uno o dos pares de patas modificadas llamadas gonópodos que utilizan para transferir directamente la carga espermática a la hembra durante la cópula. La localización de los gonópodos varía entre los grupos: en los machos de Pentazonia se localizan en la parte posterior del cuerpo y se conocen como telópodos y también pueden utilizarse para sujetar a la hembra durante la cópula, mientras que en Helminthomorpha, donde se encuentran la gran mayoría de especies, se localizan en el séptimo segmento corporal.[9]​ Unas pocas especies son partenogénicas, con pocos o ningún macho.[22]

Imagen de Nipponesmus shirinensis, donde se pueden apreciar los gonópodos.
Gonópodo izquierdo de Oxidus gracilis. Imagen MEB en falso color (barra de escala: 0,2 mm).

Los gonópodos varían de forma y tamaño dependiendo de la especie, desde un gran parecido a las patas hasta estructuras complejas que no se parecen en nada a las patas. En algunos grupos, los gonópodos se mantienen retraídos dentro del cuerpo, mientras que en otros se proyectan paralelos al cuerpo. Su morfología es a menudo el principal medio para determinar las especies entre los milpiés: las estructuras pueden diferir mucho entre especies estrechamente relacionadas pero muy poco dentro de una especie.[23]​ Los gonópodos se desarrollan gradualmente a partir patas funcionales mediante mudas sucesivas hasta la madurez reproductiva.[24]

Las aberturas genitales (gonoporos) de ambos sexos se localizan en la parte inferior del tercer segmento corporal (cerca del segundo par de patas) y pueden estar acompañadas en el macho por uno o dos penes que depositan los paquetes de esperma en los gonópodos. En la hembra, los poros genitales se abren en pequeños sacos emparejados llamados cifópodos o vulvas, que están cubiertos por pequeñas cubiertas tipo capucha que se utilizan para almacenar el esperma después de la cópula.[13]​ La morfología de la vulva también se puede utilizar para identificar especies. Los espermatozoides de los milpiés carecen de flagelos, una característica única entre los miriápodos.[9]

 
Epibolus pulchripes copulando (el macho es el situado a la derecha).

Excepto en el caso de los polixénidos, la cópula se produce con los dos individuos situados uno frente a otro. La cópula puede estar precedida de rituales de apareamiento de los machos como el de golpear con las antenas, correr a lo largo de la parte posterior de la hembra, ofrecer secreciones glandulares comestibles, o, en el caso de algunos oniscomorfos (milpiés bola), estridulación o «chirrido».[25]​ En la mayoría de los milpiés durante la cópula el macho posiciona su séptimo segmento delante del tercer segmento de la hembra y puede insertar sus gonopódos para extruir las vulvas antes de doblar su cuerpo para depositar espermatozoides en sus gonópodos e insertarlos ya cargados en la hembra.[18]

Las hembras ponen de diez a trescientos huevos a la vez, dependiendo de la especie, fertilizándolos con el esperma almacenado mientras lo hacen. Muchas especies depositan los huevos en suelo húmedo o detritus orgánicos, pero algunos construyen nidos revestidos con heces secas y pueden proteger los huevos dentro de los capullos de seda. En la mayoría de las especies, la hembra abandona los huevos después de haberlos puesto, pero algunas especies de los órdenes Platydesmida y Stemmiulida proporcionan cuidado parental a los huevos y los juveniles.[20]

 
Etapas de desarrollo de Nemasoma (Nemasomatidae), que alcanzan la madurez reproductiva en la etapa V.

Los huevos eclosionan después de unas semanas. Todos los milpiés son anamórficos, es decir, eclosionan del huevo con un número reducido de segmentos y patas que posteriormente se va incrementando; dependiendo de la especie tienen de tres a ocho segmentos y tres o cuatro pares de patas al nacer y a medida que crecen, mediante mudas, van agregando diplosegmentos y pares de patas al cuerpo.[16]​ Algunas especies mudan dentro de cámaras especialmente preparadas de tierra o seda,[26]​ donde también pueden refugiarse durante el tiempo húmedo, y la mayoría de las especies comen el exoesqueleto desechado después de la muda. La etapa adulta, cuando los individuos alcanzan la madurez reproductiva, generalmente se alcanza en la etapa final de la muda, que varía dependiendo de las especies y los órdenes, aunque algunas especies siguen mudando después de la edad adulta. Algunas especies alternan entre etapas reproductivas y no reproductivas después de la madurez, fenómeno conocido como periodomorfosis.[22][12]​ Los milpiés pueden vivir de uno a diez años, dependiendo de la especie.[13]

Ecología

editar

Hábitat y distribución

editar

Los milpiés se distribuyen por todos los continentes excepto la Antártida y ocupan casi todos los hábitats terrestres, que se extienden en su límite norte desde el Círculo polar ártico en Islandia, Noruega y Rusia Central, hasta el sur en la Provincia de Santa Cruz, Argentina.[27][28]​ Habitantes típicos de los suelos forestales, viven entre la hojarasca, a un metro de profundidad, dentro y debajo de troncos podridos, en hendiduras de las cortezas, bajo las piedras, sobre tallos de plantas, o en el dosel, con preferencia por ambientes húmedos.[16]​ En las zonas templadas, son más abundantes en los bosques caducifolios húmedos y pueden alcanzar densidades de más de 1000 individuos por metro cuadrado. Entre sus hábitats se incluyen también bosques de coníferas, desiertos, cuevas y ecosistemas alpinos.[20][28]​ Algunas especies pueden sobrevivir a las inundaciones de agua dulce y vivir sumergidas bajo el agua hasta once meses.[29][30]​ Algunas especies viven cerca de la orilla del mar y pueden sobrevivir en condiciones de cierto nivel salino.[22][31]​ La mayoría son de hábitos nocturnos; algunas especies solo son activas en períodos húmedos, pasando el resto del año bajo el suelo.[12]

Sus diplosegmentos han evolucionado en conjunción con sus hábitos excavadores y casi todos los milpiés adoptan un estilo de vida principalmente subterráneo. Utilizan tres métodos principales de excavación: allanado, acuñamiento y perforación. Los miembros de los órdenes Julida, Spirobolida y Spirostreptida, bajan la cabeza y penetran en el sustrato, utilizando su duro collum o cuello para profundizar en la tierra. Los milpiés de dorso plano con expansiones o excrecencias en los diplosegmentos del orden Polydesmida tienden a insertar su extremo delantero como una cuña, en una hendidura horizontal, y luego ensanchan la grieta empujando hacia arriba con sus patas, la paranota en este caso constituye la superficie principal de elevación. El sistema de perforación lo utilizan los miembros de Chordeumatida y Polyzoniida, especies con cierta elasticidad gracias a que las partes de sus diplosegmentos no están soldadas y pueden ejercer cierta presión incrementando su tamaña y tienen segmentos más pequeños en el frontal y cada vez más grandes detrás; se propulsan adelante en una grieta con sus patas, el cuerpo en forma de cuña que ensancha la abertura a medida que avanzan. Algunos milpiés han adoptado un estilo de vida sobre el suelo y perdido el hábito subterráneo. Esto puede deberse a que son demasiado pequeños para tener suficiente influencia para excavar, o porque son demasiado grandes para hacer que el esfuerzo valga la pena, o en algunos casos porque se mueven relativamente rápido (para un milpiés) y son depredadores activos.[5]

La mayoría de los milpiés son detritívoros y se alimentan de vegetación en descomposición, heces o materia orgánica mezclada con el suelo. A menudo desempeñan un papel importante en la fragmentación y descomposición de la hojarasca y en la formación de suelo, ya que la mayoría de especies de diplópodos viven en el suelo y son excavadores, por lo que su influencia en este es de tipo físico y químico, al alterar sus naturaleza incrementando su porosidad, la capacidad de retención de agua e influyen en los procesos de transporte de nutrientes, además de modificar la materia vegetal mediante la digestión y posterior deposición de sus heces liberando componentes nitrogenados estimulando la acción de las bacterias responsables de la descomposición de la materia vegetal;[18][16]​ se estima que en bosques con una alta densidad de población de diplópodos, son responsables del consumo de hasta el 31 % de la biomasa total de hojarasca producida en un año.[16]​ Cuando las poblaciones de lombrices de tierra son bajas en los bosques tropicales, los milpiés juegan un papel importante facilitando la descomposición microbiana de la hojarasca.[5]​ Algunos milpiés son herbívoros y se alimentan de plantas vivas, por lo que algunas especies pueden convertirse en plagas de los cultivos. Los milpiés del orden Polyxenida comen algas de las cortezas y los de Platydesmida se alimentan de hongos.[9]​ Algunas especies son omnívoras y excepcionalmente carnívoras, alimentándose de insectos, ciempiés, lombrices de tierra o caracoles.[13][32]​ Algunas especies tienen partes de la boca perforantes que les permiten chupar los jugos de la planta.[20]

Predadores y parásitos

editar
 
Escarabajo del género Sceliages con los restos de un milpiés.

Existe poca información sobre sus depredadores,[12]​ aunque se sabe que son presa de una amplia gama de animales, entre lo que se encuentran varios reptiles, anfibios, aves, mamíferos e insectos.[9]​ Depredadores mamíferos, como coatíes y suricatos, capturaron milpiés en el suelo y frotan sus secreciones defensivas antes de consumir sus presas,[33]​ y se cree que ciertas ranas venenosas de dardo incorporan los compuestos tóxicos de los milpiés en sus propias defensas.[34]​ Algunos invertebrados tienen comportamientos o estructuras especializadas para alimentarse de milpiés, como los escarabajos larvales,[35]​ las hormigas Probolomyrmex,[36]​ las babosas Chlamydephorus,[37]​ o los escarabajos de estiércol predadores Sceliages y Deltochilum.[38][39]​ Una gran subfamilia de insectos redúvidos, Ectrichodiinae, con más de 600 especies, se ha especializado en la caza de milpiés.[40]

Entre los parásitos de los milpiés se encuentran nemátodos, moscas de la subfamilia Phaeomyiidae y acantócefalos.[9]

Mecanismos de defensa

editar
 
Ammodesmus nimba enrollado en una bola defensiva.

Los diplópodos han desarrollado diversas estrategias defensivas. Debido a su falta de velocidad y su incapacidad para morder o picar, el principal mecanismo de defensa de algunos órdenes, como los gloméridos, es aprovechar su forma y la calcificación de su exoesqueleto enroscándose formando una bola.[12][41]

Además de utilizar la dureza de su cuerpo como defensa, muchas especies emiten varias secreciones líquidas mediante glándulas odoríferas o repugnatorias a través de orificios microscópicos llamados ozoporos situados a lo largo de sus cuerpos como una defensa secundaria. Estas secreciones están compuestas de sustancias químicas de naturaleza diversa, como alcaloides, benzoquinonas, fenoles, terpenos o cianuro de hidrógeno.[42][43][12]​ Algunas de estas sustancias son cáusticas y pueden quemar el exoesqueleto de hormigas y otros insectos depredadores, así como la piel y los ojos de depredadores de mayor tamaño. Existen informes de que algunos primates como los monos capuchinos y los lémures los irritan intencionadamente y aprovechan estas secreciones de los milpiés frotándoselos por la piel para repeler los mosquitos.[44][45][46]​ Algunos compuestos de estas secreciones defensivas también tienen propiedades antifúngicas.[47]

Los milpiés del orden Polyxenida carecen tanto de un exoesqueleto duro como de glándulas odoríferas, pero en su lugar están cubiertos de numerosos pelos o setas que se desprenden fácilmente enredándose en los miembros y la boca de insectos depredadores como las hormigas.[48]

Otras relaciones interespecíficas

editar

Algunos milpiés forman relaciones mutualistas con organismos de otras especies en los que ambas se benefician de la interacción, o relaciones comensales en las que solo una se beneficia mientras que la otra no se ve afectada. Algunos milpiés establecen estrechas relaciones con las hormigas (mirmecofilia), especialmente dentro de la familia Pyrgodesmidae (Polydesmida), que contiene especies mirmecófilas obligadas que solo se han encontrado en colonias de hormigas. Otras especies son mirmecófilas facultativas, no exclusivamente asociadas con hormigas, como muchas especies de Polyxenida que se han encontrado en nidos de hormigas por todo el mundo.[49]

 
Psammodesmus bryophorus camuflado con musgo.

Muchas especies de milpiés tienen relaciones comensales con ácaros de los órdenes Mesostigmata y Astigmata. Se cree que el comensalismo de muchos de estos ácaros es más foresis que parasitismo, esto es, que utilizan el milpiés huésped como medio de transporte o dispersión.[50][51]

En 2011 se describió una nueva interacción entre los milpiés y los musgos, cuando se descubrió que individuos del recién descubierto Psammodesmus bryophorus tenía hasta diez especies que vivían en su superficie dorsal, lo que podría proporcionar camuflaje para el milpiés y aumentar la dispersión de los musgos.[52][53]

Diferencias entre milpiés y ciempiés[20]
Atributo Milpiés Ciempiés
Patas Dos pares en la mayoría de los segmentos corporales; salen de la parte inferior del cuerpo Un par por segmento corporal; salen de los lados del cuerpo; el último par se extiende hacia atrás
Locomoción Generalmente adaptado para excavar o vivir en pequeñas grietas; movimiento lento Generalmente adaptado para correr, excepto los excavadores del orden Geophilomorpha
Alimentación Principalmente detritívoros, algunos herbívoros, pocos carnívoros; sin veneno Principalmente carnívoros con garras modificadas en colmillos venenosos
Espiráculos En la parte inferior del cuerpo En los lados o en la parte superior del cuerpo
Aberturas reproductivas Tercer segmento corporal Último segmento corporal
Comportamiento reproductivo El macho generalmente inserta el espermatóforo en la hembra con gonópodos El macho produce el espermatóforo que generalmente es recogido por la hembra

Clasificación

editar

Se han descrito unas 12 000 especies de diplópodos, aunque hay estimaciones sobre su número real que van desde unas 15 000 hasta incluso unas 80 000.[54][9]​ Hay pocas especies que estén muy extendidas, ya que tienen una capacidad de dispersión muy baja, debido a que su locomoción es terrestre pero sus hábitats húmedos, factores han favorecido su aislamiento genético y su rápida especiación, con el resultado de muchos linajes con rangos restringidos.[55]

Los taxones existentes se clasifican en dieciséis órdenes de dos subclases.[56]​ La subclase basal Penicillata contiene un único orden, Polyxenida (milpiés peludos). Todos los demás pertenecen a la subclase Chilognatha, dividida en dos infraclases: Pentazonia, que contiene los milpiés de cuerpo corto que pueden enroscarse formando una bola, y Helminthomorpha, los que tienen forma de gusano, que contiene la gran mayoría de las especies.[7][8]

Taxones superiores

editar

Se presenta a continuación el nivel superior de la clasificación de los diplópodos, basada en la de Shear (2011),[56]​ y en la de Shear y Edgecombe (2010) para los grupos extintos.[57]​ Estudios cladísticos y moleculares recientes han desafiado los anteriores esquemas tradicionales de clasificación, y la posición de los órdenes Siphoniulida y Polyzoniida todavía no está bien establecida.[9]​ La ubicación y las posiciones de los grupos extintos (†), que se conocen solo a partir de fósiles, es provisional y no está totalmente resuelta.[9][57]​ Después de cada clado se cita al autor del nombre científico:

Clase Diplopoda de Blainville en Gervais, 1844

Evolución

editar

Están entre los primeros animales que han colonizado los hábitats terrestres durante el período Silúrico.[59]​ Las primeras formas probablemente comían musgos y plantas vasculares primitivas. Hay dos grupos principales de milpiés cuyos miembros se han extinguido: Archipolypoda, que contiene los animales terrestres más antiguos que se conocen, y Arthropleuridea, que incluye los invertebrados terrestres más grandes conocidos. La primera criatura terrestre de la que se tiene conocimiento, Pneumodesmus newmani, fue un archipolípodo de 1 cm de longitud que vivió hace 428 Ma en el Silúrico Superior y tenía una clara evidencia de espiráculos que confirman sus hábitos respiratorios.[57][15]​ Durante el Carbonífero Superior (340 a 280 millones de años), Arthropleura se convirtió en el mayor invertebrado terrestre conocido del que hay registro, con una longitud de al menos 2 m.[60][61]​ Los milpiés también muestran la evidencia más temprana de defensa química, pues algunos fósiles devónicos tienen glándulas defensivas llamadas ozoporos. Los milpiés, ciempiés y otros artrópodos terrestres alcanzaron grandes tamaños en comparación con las especies modernas en los ambientes ricos en oxígeno de los períodos Devónico y Carbonífero, y algunos podrían alcanzar más de un metro. A medida que los niveles de oxígeno bajaron a lo largo del tiempo, los artrópodos se hicieron más pequeños.[62]

Grupos actuales

editar
 
Octoglena sierra (Colobognatha, Polyzoniida).
 
Anadenobolus monilicornis (Juliformia, Spirobolida).
 
Harpaphe haydeniana (Polydesmida).

La historia de la clasificación científica de los diplópodos comenzó con Linneo quien, en la 10.ª edición de su Systema naturæ (1758), nombró siete especies de Julus como «Insecta Aptera» (insectos sin alas).[63]​ En 1802, el zoólogo francés Pierre André Latreille propuso Chilognatha como el primer grupo de lo que ahora son Diplopoda y en 1840 el naturalista alemán Johann Friedrich von Brandt realizó la primera clasificación detallada. Diplopoda fue nombrado en 1844 por el zoólogo francés Henri Marie Ducrotay de Blainville. De 1890 a 1940, su taxonomía fue impulsada por relativamente pocos investigadores por entonces, con contribuciones importantes de Carl Attems, Karl Wilhelm Verhoeff y Ralph Vary Chamberlin, cada uno de los cuales describió más de 1000 especies, así como Orator F. Cook, Filippo Silvestri, R. I. Pocock y H. W. Brolemann.[9]​ Este fue un período en el que floreció la ciencia de la diplopodología, con los índices de descripción de especies más altos de la historia, a veces superando las 300 por año.[54]

En 1971, el biólogo neerlandés C. A. W. Jeekel publicó una lista completa de todos sus familias y géneros conocidos descritos entre 1758 y 1957 en su Nomenclator Generum y Familiarum Diplopodorum, obra reconocida como el inicio de la «era moderna» de la taxonomía de los diplópodos.[64][65]​ En 1980, el zoólogo estadounidense Richard L. Hoffman publicó una clasificación en la que reconocía a Penicillata, Pentazonia y Helminthomorpha,[66]​ y en 1984 el danés Henrik Enghoff publicó el primer análisis filogenético de órdenes de diplópodos utilizando métodos cladísticos modernos.[67]​ Una clasificación de 2003 del estadounidense Rowland Shelley es similar a la planteada originalmente por Verhoeff, que continúa siendo el esquema de clasificación actualmente aceptado, a pesar de que estudios moleculares más recientes postulan relaciones en conflicto.[9][57]​ Un resumen de 2011 sobre la diversidad de las familias de diplópodos de William A. Shear situó el orden Siphoniulida dentro del grupo más grande Nematomorpha.[56]

Diplopoda
Penicillata

Polyxenida

Chilognatha
Pentazonia
Limacomorpha

Glomeridesmida

Oniscomorpha

Glomerida

Sphaerotheriida

Helminthomorpha
Colobognatha

Platydesmida

Siphonocryptida

Polyzoniida

Siphonophorida

Eugnatha
Nematophora


Chordeumatida

Callipodida

Stemmiulida

Siphoniulida

Merocheta

Polydesmida

Juliformia

Julida

Spirobolida

Spirostreptida

Registro fósil

editar

Además de los dieciséis órdenes actuales, hay nueve órdenes y una superfamilia extintos conocidos solo a partir de fósiles. La relación de este registro fósil con los grupos actuales y entre sí es controvertida. El extinto Arthropleuridea se consideró por mucho tiempo una clase distinta de miriápodos, aunque trabajos a principios de los años 2000 establecieron el grupo como subclase de los diplópodos.[68][69][70]​ Varios órdenes vivientes también aparecen en el registro fósil. A continuación se presentan dos disposiciones propuestas de grupos de diplópodos fósiles.[9][57]​ Los grupos extintos se indican con una daga (†). El orden extinto Zosterogrammida, Chilognatha de posición incierta,[57]​ no se muestra.

Penicillata
Arthropleuridea

Arthropleurida

Eoarthropleurida

Polyxenida

Microdecemplicida

Chilognatha

Hipótesis alternativa de relaciones fósiles.[9][69]

Diplopoda
Penicillata

Polyxenida

Chilognatha
Arthropleuridea

Arthropleurida

Eoarthropleurida

Microdecemplicida

Pentazonia

Amynilyspedida

Helminthomorpha
Archipolypoda

Archidesmida

Cowiedesmida

Euphoberiida

Palaeosomatida

Pleurojulida

Colobognatha

Eugnatha

Nematophora

Polydesmida

Juliformia

Julida

Spirobolida

Spirostreptida

Xyloiuloidea

Relación con otros miriápodos

editar
 
Se cree que los paurópodos son los parientes más cercanos de los milpiés.

Aunque las relaciones entre sus órdenes siguen siendo objeto de debate, la clase Diplopoda en su conjunto se considera un grupo monofilético de artrópodos: todos los milpiés están más estrechamente relacionados entre sí que con cualquier otro artrópodo. Diplopoda es una clase dentro del subfilo Myriapoda, que incluye los ciempiés (clase Chilopoda), así como los menos conocidos paurópodos (clase Pauropoda) y sínfilos (clase Symphyla). Dentro de los miriápodos, los paurópodos, que también tienen collum y diplosegmentos, están considerados los parientes más cercanos o grupo hermano de los milpiés.[9]

Diferencias con los ciempiés

editar
 
Representación (no necesariamente a escala) de un milpiés y un ciempiés.

Las diferencias entre los milpiés y los ciempiés son una duda habitual entre el público en general.[20]​ Ambos grupos de miriápodos comparten semejanzas, como cuerpos largos, multisegmentados, muchas patas, un solo par de antenas y la presencia de órganos de Tömösvary, pero tienen muchas diferencias e historias evolutivas distintas y hay que remontarse entre 450 y 475 Ma, durante el período Silúrico, para encontrar al ancestro común más reciente de ambos.[71]​ Solo la cabeza ya ejemplifica las diferencias: los milpiés tienen antenas cortas y acodadas para sondear el sustrato, un par de mandíbulas robustas y un solo par de maxilares fusionados en un labio; los ciempiés tienen largas antenas filiformes, un par de mandíbulas pequeñas, dos pares de maxilares y un par de grandes garras venenosas.[22]

Relación con los humanos

editar

Los milpiés suelen tener poco impacto en el bienestar económico o social humano, especialmente en comparación con los insectos, aunque localmente pueden ser una molestia o una plaga agrícola. Los milpiés no pican y sus secreciones defensivas son en su mayoría inofensivas para los seres humanos, ya que por lo general solo causan una leve decoloración en la piel,[20]​ aunque las secreciones de algunas especies tropicales pueden causar dolor, picazón, eritema local, edema, ampollas, eccema y ocasionalmente piel agrietada.[72][73][74][75]​ La exposición de los ojos a estas secreciones causa irritación general y efectos potencialmente más graves como conjuntivitis y queratitis.[76]

 
Especies como Blaniulus guttulatus pueden llegar a ser una plaga agrícola.

Algunos milpiés se consideran plagas domésticas, como Xenobolus carnifex que puede infestar los techos de paja en la India,[77]​ o Ommatoiulus moreleti, que invade periódicamente hogares en Australia. Otras especies exhiben un comportamiento periódico de enjambre que puede tener como consecuencia invasiones de casas,[78]​ daños en los cultivos[79]​ o accidentes o retrasos en los trenes cuando las vías se vuelven resbaladizas con los restos aplastados de cientos de milipés.[18][80][81]​ Algunas especies pueden causar daños significativos a las cosechas: Blaniulus guttulatus es una plaga conocida de la remolacha azucarera y otros cultivos.[82][22]

Algunos milpiés de gran tamaño y colorido de los órdenes Spirobolida, Spirostreptida y Sphaerotheriida, son populares como animal de compañía.[83]​ Entre las especies más comercializadas para este uso están las de los géneros Archispirostreptus, Aphistogoniulus, Narceus y Orthoporus.[84]

Los milpiés aparecen en el folclore y la medicina tradicional de diversas partes del mundo.[85]​ En algunas partes de Brasil asocian su actividad con la llegada de las lluvias.[86]​ En la cultura yoruba de Nigeria se usan en rituales del embarazo y comerciales y milpiés triturados se utilizan para tratar la fiebre, el panadizo y la convulsión en los niños.[87]​ En Zambia, la pulpa aplastada de milpiés se utiliza para tratar heridas y los bafia de Camerún usan jugo de Spirostreptus para tratar el dolor de oído.[86]​ En ciertas tribus de tibetanos bhotiya, el humo de la combustión de milpiés secos se utiliza para tratar hemorroides.[88]​ Nativos de Malasia usan secreciones de milpiés como veneno en puntas de flechas.[86]​ Una revista de medicina tradicional china publicó en 1981 que las secreciones de Spirobolus bungii inhiben la división de las células cancerosas humanas.[89]​ El único registro del uso de milpiés como alimento por los seres humanos proviene de la etnia bobo de Burkina Faso, que consumen milpiés hervidos y secos con salsa de tomate.[90]

También han inspirado y desempeñado un papel en la investigación científica. En 1963 se diseñó un vehículo con 36 patas, inspirado en un estudio de la locomoción de los milpiés.[91]​ También han inspirado el diseño de robots experimentales,[92][93]​ en particular cuando se necesitan para transporte de cargas pesadas en zonas estrechas y con curvas.[94]​ En biología, algunos autores han propuesto a los milpiés como organismo modelo para el estudio de la fisiología de los artrópodos y los procesos de desarrollo que controlan el número y la forma de sus segmentos corporales.[18]

Referencias

editar
  1. Lawrence, E., ed. (2003). Diccionario Akal de términos biológicos. Traducido por Codes, R. y Espino, F. J. Akal Ediciones. p. 405. ISBN 84-460-1582-X. 
  2. The Myriapods, the World’s Leggiest Animals
  3. a b Minelli, Alessandro; Golovatch, Sergei I. (2001). «Myriapods». En Levin, Simon A., ed. Encyclopedia of Biodiversity. pp. 291-303. ISBN 0-12-226865-2. 
  4. a b Marek, P. E.; Buzatto, B. A.; Shear, W. A. et al. (2021). «The first true millipede—1306 legs long». Scienfific Reports 11 (23126). doi:10.1038/s41598-021-02447-0. 
  5. a b c d Ruppert, Edward E.; Fox, Richard S.; Barnes, Robert D. (2004). Invertebrate Zoology (7.ª edición). Cengage Learning. pp. 711-717. ISBN 978-81-315-0104-7. 
  6. Marek, Paul E.; Moore, Wendy (2015). «Discovery of a glowing millipede in California and the gradual evolution of bioluminescence in Diplopoda». Proceedings of the National Academy of Sciences 112 (20): 6419-6424. Bibcode:2015PNAS..112.6419M. doi:10.1073/pnas.1500014112. 
  7. a b Bueno-Villegas, Julián; Sierwald, Petra; Bond, Jason E. (2004). «Diplopoda». En Bousquets, J. L.; Morrone, J. J., eds. Biodiversidad, taxonomía y biogeografía de artrópodos de México: Hacia una síntesis de su conocimiento IV. Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 569-599. ISBN 970-32-1041-4. 
  8. a b Shelley, Rowland M. «Millipedes». Entomology and Plant Pathology. The University of Tennessee Institute of Agriculture. Consultado el 18 de diciembre de 2016. 
  9. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q Sierwald, Petra; Bond, Jason E. (2007). «Current status of the myriapod class Diplopoda (Millipedes): Taxonomic diversity and phylogeny». Annual Review of Entomology 52 (1): 401-420. PMID 17163800. doi:10.1146/annurev.ento.52.111805.090210. 
  10. a b Barrientos, José Antonio (2004). Curso práctico de entomología. Universidad Autónoma de Barcelona. p. 451. ISBN 8449023831. 
  11. Lewis, J. G. E. (2008). The Biology of Centipedes. Cambridge: Cambridge University Press. pp. 110-111. ISBN 978-0-521-03411-1. 
  12. a b c d e f g h Melic, Antonio (2015). «Introducción a la Clase Diplopoda. Órdenes Polyxenida, Polyzoniida, Platydesmida y Siphonocryptida». Ibero Diversidad Entomológica (Sociedad Entomológica Aragonesa) (23): 1-18. ISSN 2386-7183. 
  13. a b c d e f Barnes, Robert D. (1982). Invertebrate Zoology. Filadelfia: Holt-Saunders International. pp. 818-825. ISBN 0-03-056747-5. 
  14. Capinera, John L., ed. (2008). «Millipedes». Encyclopedia of Entomology. Springer. pp. 2395-2397. ISBN 978-1-4020-6242-1. 
  15. a b Wilson, Heather M.; Anderson, Lyall I. (2004). «Morphology and taxonomy of Paleozoic millipedes (Diplopoda: Chilognatha: Archipolypoda) from Scotland». Journal of Paleontology 78 (1): 169-184. doi:10.1666/0022-3360(2004)078<0169:MATOPM>2.0.CO;2. 
  16. a b c d e f Bueno Villegas, J. (2012). «Diplópodos: Los desconocidos formadores de suelo». Biodiversitas (102): 1-5. ISSN 1870-1760. 
  17. Mesibov, Robert. «Paranota». External Anatomy of Polydesmida. Consultado el 6 de septiembre de 2019. 
  18. a b c d e Hopkin, Stephen P.; Read, Helen J. (1992). The Biology of Millipedes. Oxford University Press. ISBN 0-19-857699-4. 
  19. Marek, P.; Shear, W.; Bond, J. (2012). «A redescription of the leggiest animal, the millipede Illacme plenipes, with notes on its natural history and biogeography (Diplopoda, Siphonophorida, Siphonorhinidae)». ZooKeys 241 (241): 77-112. PMC 3559107. PMID 23372415. doi:10.3897/zookeys.241.3831. 
  20. a b c d e f g h Shelley, Rowland M. (1999). «Centipedes and millipedes with emphasis on North American fauna». Traducción al español de J. G. Palacios-Vargas: Los ciempiés y milpiés, con énfasis en la fauna de América del Norte. The Kansas School Naturalist 45 (3): 1-16. Archivado desde el original el 12 de noviembre de 2016. Consultado el 18 de diciembre de 2016. 
  21. «Class Diplopoda». Digital Diversity: Atelocerata (Tracheata). Department of Biology at the University of Ottawa. Archivado desde el original el 22 de diciembre de 2016. Consultado el 22 de diciembre de 2016. 
  22. a b c d e Blower, John Gordon (1985). Millipedes: Keys and Notes for the Identification of the Species. Londres: Linnean Society of London and the Estuarine and Brackish-Water Sciences Association. ISBN 90-04-07698-0. 
  23. Mesibov, Robert. «Gonopods». External Anatomy of Polydesmida. Consultado el 6 de septiembre de 2019. 
  24. Drago, Leandro; Fusco, Giuseppe; Garollo, Elena; Minelli, Alessandro (2011). «Structural aspects of leg-to-gonopod metamorphosis in male helminthomorph millipedes (Diplopoda)». Frontiers in Zoology 8 (1): 19. doi:10.1186/1742-9994-8-19. 
  25. Wesener, Thomas; Köhler, Jörn; Fuchs, Stefan; van den Spiegel, Didier (2011). «How to uncoil your partner—"mating songs" in giant pill-millipedes (Diplopoda: Sphaerotheriida)». Naturwissenschaften 98 (11): 967-975. Bibcode:2011NW.....98..967W. PMID 21971844. doi:10.1007/s00114-011-0850-8. 
  26. Enghoff, Henrik; Akkari, Nesrine (2011). «A callipodidan cocoon (Diplopoda, Callipodida, Schizopetalidae)». International Journal of Myriapodology 5: 49-53. doi:10.3897/ijm.5.1995. 
  27. Shelley, Rowland M.; Golavatch, Sergei I. (2011). «Atlas of myriapod biogeography. I. Indigenous ordinal and supra-ordinal distributions in the Diplopoda: Perspectives on taxon origins and ages, and a hypothesis on the origin and early evolution of the class». Insecta Mundi 158: 1-134. 
  28. a b Golovatch, Sergei I.; Kime, R. Desmond (2009). «Millipede (Diplopoda) distributions: a review.». Soil Organisms 81 (3): 565-597. Archivado desde el original el 3 de marzo de 2016. Consultado el 24 de diciembre de 2016. 
  29. Adis, Joachim (1986). «An 'aquatic' millipede from a Central Amazonian inundation forest». Oecologia 68 (3): 347-349. doi:10.1007/BF01036737. 
  30. Burrows, F. J.; Hales, D. F.; Beattie, A. J. (1994). «Aquatic millipedes in Australia: a biological enigma and a conservation saga». Australian Zoologist 29 (3-4): 213-216. doi:10.7882/az.1994.007. 
  31. Barber, A. D., ed. (2013). «Myriapods of the sea shore». Littoral Myriapods. World Register of Marine Species. Consultado el 25 de diciembre de 2016. 
  32. Barker, G. M. (2004). «Millipedes (Diplopoda) and Centipedes (Chilopoda) (Myriapoda) as predators of terrestrial gastropods». En Barker, G. M., ed. Natural Enemies of Terrestrial Molluscs. CAB International. pp. 405-426. ISBN 978-0-85199-061-3. 
  33. Weldon, Paul J.; Cranmore, Catherine F.; Chatfield, Jenifer A. (2006). «Prey-rolling behavior of coatis (Nasua spp.) is elicited by benzoquinones from millipedes». Naturwissenschaften 93 (1): 14-16. doi:10.1007/s00114-005-0064-z. 
  34. Saporito, R. A.; Donnelly, M. A.; Hoffman, R. L.; Garraffo, H. M.; Daly, J. W. (2003). «A siphonotid millipede (Rhinotus) as the source of spiropyrrolizidine oximes of dendrobatid frogs». Journal of Chemical Ecology 29 (12): 2781-2786. doi:10.1023/B:JOEC.0000008065.28364.a0. 
  35. Eisner, T.; Eisner, M.; Attygalle, A. B.; Deyrup, M.; Meinwald, J. (1998). «Rendering the inedible edible: circumvention of a millipede's chemical defence by a predaceous beetle larva». Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America 95 (3): 1108-13. PMID 9448293. doi:10.1073/pnas.95.3.1108. 
  36. Ito, F. (1998). «Colony composition and specialized predation on millipedes in the enigmatic ponerine ant genus Probolomyrmex (Hymenoptera, Formicidae)». Insectes Sociaux 45 (1): 79-83. doi:10.1007/s000400050070. 
  37. Herbert, D. G. (2000). «Dining on diplopods: remarkable feeding behaviour in chlamydephorid slugs (Mollusca: Gastropoda)». Journal of Zoology 251 (1): 1-5. doi:10.1111/j.1469-7998.2000.tb00586.x. 
  38. Forgie, Shaun A.; Grebennikov, Vasily V.; Scholtz, Clarke H. (2002). «Revision of Sceliages Westwood, a millipede-eating genus of southern African dung beetles (Coleoptera : Scarabaeidae)». Invertebrate Systematics 16 (6): 931-955. doi:10.1071/IT01025. 
  39. Larsen, T. H.; Lopera, A.; Forsyth, A.; Genier, F. (2009). «From coprophagy to predation: a dung beetle that kills millipedes». Biology Letters 5 (2): 152-155. PMC 2665820. PMID 19158030. doi:10.1098/rsbl.2008.0654. 
  40. Forthman, M.; Weirauch, C. (2012). «Toxic associations: a review of the predatory behaviors of millipede assassin bugs (Hemiptera: Reduviidae: Ectrichodiinae)». European Journal of Entomology 109 (2): 147-153. doi:10.14411/eje.2012.019. 
  41. Animals: The International Wildlife Magazine 4. Nigel-Sitwell. 1964. p. 21. 
  42. Blum, Murray S.; Woodring, J. Porter (1962). «Secretion of benzaldehyde and hydrogen cyanide by the millipede Pachydesmus crassicutis (Wood)». Science 138 (3539): 512-513. Bibcode:1962Sci...138..512B. PMID 17753947. doi:10.1126/science.138.3539.512. 
  43. Kuwahara, Yasumasa; Ômura, Hisashi; Tanabe, Tsutomu (2002). «2-Nitroethenylbenzenes as natural products in millipede defense secretions». Naturwissenschaften 89 (7): 308-310. Bibcode:2002NW.....89..308K. PMID 12216861. doi:10.1007/s00114-002-0328-9. 
  44. Weldon, Paul J.; Aldich, Jeffrey R.; Klun, Jerome A.; Oliver, James E.; Debboun, Mustapha (2003). «Benzoquinones from millipedes deter mosquitoes and elicit self-anointing in capuchin monkeys (Cebus spp.)». Naturwissenschaften 90 (7): 301-305. Bibcode:2003NW.....90..301W. PMID 12883771. doi:10.1007/s00114-003-0427-2. 
  45. Valderrama, Ximena; Robinson, John G.; Attygalle, Athula B.; Eisner, Thomas (2000). «Seasonal anointment with millipedes in a wild primate: a chemical defense against insects». Journal of Chemical Ecology 26 (12): 2781-2790. doi:10.1023/A:1026489826714. 
  46. Birkinshaw, Christopher R. (1999). «Use of millipedes by black lemurs to anoint their bodies». Folia Primatologica 70 (3): 170-171. doi:10.1159/000021691. 
  47. Roncadori, R. W.; Duffey, S. S.; Blum, M. S. (1985). «Antifungal activity of defensive secretions of certain millipedes». Mycologia 77 (2): 185-191. JSTOR 10.2307/3793067. doi:10.2307/3793067. 
  48. Eisner, Thomas; Eisner, Maria; Deyrup, Mark (1996). «Millipede defense: use of detachable bristles to entangle ants». Proceedings of the National Academy of Sciences 93 (20): 10848-10851. Bibcode:1996PNAS...9310848E. PMC 38244. PMID 8855269. doi:10.1073/pnas.93.20.10848. 
  49. Stoev, Pavel; Lapeva-Gjonova, Albena (2005). «Myriapods from ant nests in Bulgaria (Chilopoda, Diplopoda)». Peckiana 4: 131-142. Archivado desde el original el 3 de marzo de 2016. Consultado el 24 de diciembre de 2016. 
  50. Farfan, Monica; Klompen, Hans (2012). «Phoretic mite associates of millipedes (Diplopoda, Julidae) in the northern Atlantic region (North America, Europe)». International Journal of Myriapodology 7: 69-91. doi:10.3897/ijm.7.3064. 
  51. Swafford, Lynn; Bond, Jason E. (2010). «Failure to cospeciate: an unsorted tale of millipedes and mites». Biological Journal of the Linnean Society 101 (2): 272-287. doi:10.1111/j.1095-8312.2010.01499.x. 
  52. Martínez-Torres, Shirley Daniella; Daza, Álvaro Eduardo Flórez; Linares-Castillo, Edgar Leonardo (2011). «Meeting between kingdoms: discovery of a close association between Diplopoda and Bryophyta in a transitional Andean-Pacific forest in Colombia». International Journal of Myriapodology 6: 29-36. doi:10.3897/ijm.6.2187. 
  53. Hoffman, Richard L.; Martinez, Daniela; Florez D., Eduardo (2011). «A new Colombian species in the milliped genus Psammodesmus, symbiotic host for bryophytes (Polydesmida: Platyrhacidae)». Zootaxa 3015: 52-60. doi:10.5281/zenodo.206004. 
  54. a b Brewer, Michael S.; Sierwald, Petra; Bond, Jason E. (2012). «Millipede taxonomy after 250 years: Classification and taxonomic practices in a mega-diverse yet understudied arthropod group». PLoS ONE 7 (5): e37240. Bibcode:2012PLoSO...737240B. PMC 3352885. PMID 22615951. doi:10.1371/journal.pone.0037240. 
  55. Barker, G. M. (2004). Natural Enemies of Terrestrial Molluscs. CABI. pp. 405-406. ISBN 978-0-85199-061-3. 
  56. a b c Shear, W. (2011). «Class Diplopoda de Blainville in Gervais, 1844. In: Zhang, Z.-Q. (Ed.) Animal biodiversity: An outline of higher-level classification and survey of taxonomic richness». Zootaxa 3148: 159-164. 
  57. a b c d e f g h Shear, William A.; Edgecombe, Gregory D. (2010). «The geological record and phylogeny of the Myriapoda». Arthropod Structure & Development 39 (2-3): 174-190. PMID 19944188. doi:10.1016/j.asd.2009.11.002. 
  58. Hoffman, R. L. (1963). «New genera and species of Upper Paleozoic Diplopoda». Journal of Paleontology 37 (1): 167-174. JSTOR 1301419. 
  59. Garwood, Russell; Edgecombe, Gregory (2011). «Early terrestrial animals, evolution and uncertainty». Evolution, Education, and Outreach 4 (3): 489-501. doi:10.1007/s12052-011-0357-y. 
  60. Sues, Hans-Dieter (15 de enero de 2011). «Largest Land-Dwelling "Bug" of All Time». National Geographic. Consultado el 5 de marzo de 2018. 
  61. Hadley, Debbie (30 de agosto de 2017). «The Biggest Bugs That Ever Lived». ThoughtCo. Consultado el 5 de marzo de 2018. 
  62. Lockley, M. G.; Meyer, Christian (2013). «The Tradition of Tracking Dinosaurs in Europe». Dinosaur Tracks and Other Fossil Footprints of Europe. Columbia University Press. pp. 25-52. ISBN 978-0-231-50460-7. 
  63. Caroli Linnaei (1758). Systema naturae per regna tria naturae: secundum classes, ordines, genera, species, cum characteribus, differentiis, synonymis, locis. pp. 639-640. 
  64. Shelley, R. M. (2007). «Taxonomy of extant Diplopoda (Millipeds) in the modern era: Perspectives for future advancements and observations on the global diplopod community (Arthropoda: Diplopoda)». Zootaxa 1668: 343-362. 
  65. Shelley, R. M.; Sierwald, Petra; Kiser, Selena B.; Golovatch, Sergei I. (2000). Nomenclator generum et familiarum Diplopodorum II : a list of the genus and family-group names in the class Diplopoda from 1958 through 1999. Sofía, Bulgaria: Pensoft. p. 5. ISBN 954-642-107-3. 
  66. Hoffman, Richard L. (1980). Classification of the Diplopoda. Ginebra, Suiza: Muséum d'Historie Naturelle. pp. 1-237. 
  67. Enghoff, H. (1984). «Phylogeny of millipedes - a cladistic analysis». Journal of Zoological Systematics and Evolutionary Research 22 (1): 8-26. doi:10.1111/j.1439-0469.1984.tb00559.x. 
  68. Wilson, Heather M.; Shear, William A. (2000). «Microdecemplicida, a new order of minute arthropleurideans (Arthropoda: Myriapoda) from the Devonian of New York State, U.S.A». Transactions of the Royal Society of Edinburgh: Earth Sciences 90 (4): 351-375. doi:10.1017/S0263593300002674. 
  69. a b Kraus, O.; Brauckmann, C. (2003). «Fossil giants and surviving dwarfs. Arthropleurida and Pselaphognatha (Atelocerata, Diplopoda): characters, phylogenetic relationships and construction». Verhandlungen des Naturwissenschaftlichen Vereins in Hamburg 40: 5-50. 
  70. Kraus, O. (2005). «On the structure and biology of Arthropleura species (Atelocerata, Diplopoda; Upper Carboniferous/Lower Permian)». Verhandlungen des Naturwissenschaftlichen Vereins in Hamburg 41: 5-23. 
  71. Brewer, Michael S.; Bond, Jason E. (2013). «Ordinal-level phylogenomics of the arthropod class Diplopoda (Millipedes) based on an analysis of 221 nuclear protein-coding loci generated using next-generation sequence analyses». PLoS ONE 8 (11): e79935. PMC 3827447. PMID 24236165. doi:10.1371/journal.pone.0079935. 
  72. Mason, G.; Thompson, H.; Fergin, P.; Anderson, R. (1994). «Spot diagnosis: the burning millipede». Medical Journal of Australia 160 (11): 718-726. PMID 8202008. 
  73. Shpall, S.; Frieden, I. (1991). «Mahogany discoloration of the skin due to the defensive secretion of a millipede». Pediatric Dermatology 8 (1): 25-27. PMID 1862020. doi:10.1111/j.1525-1470.1991.tb00834.x. 
  74. Radford, A. (1976). «Giant millipede burns in Papua New Guinea». Papua New Guinea Medical Journal 18 (3): 138-141. PMID 1065155. 
  75. Radford, A. (1975). «Millipede burns in man». Tropical and Geographical Medicine 27 (3): 279-287. PMID 1103388. 
  76. Hudson, B.; Parsons, G. (1997). «Giant millipede 'burns' and the eye». Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene 91 (2): 183-185. PMID 9196764. doi:10.1016/S0035-9203(97)90217-0. 
  77. Alagesan, P.; Muthukrishnan, J. (2005). «Bioenergetics of the household pest, Xenobolus carnifex (Fabricius, 1775)». Peckiana 4: 3-14. Archivado desde el original el 3 de marzo de 2016. Consultado el 30 de diciembre de 2016. 
  78. Enghoff, Henrik; Kebapći, Ümit (2008). «Calyptophyllum longiventre (Verhoeff, 1941) invading houses in Turkey, with the first description of the male (Diplopoda: Julida: Julidae)». Journal of Natural History 42 (31-32): 2143-2150. doi:10.1080/00222930802196055. 
  79. Ebregt, E.; Struik, P. C.; Odongo, B.; Abidin, P. E. (2005). «Pest damage in sweet potato, groundnut and maize in north-eastern Uganda with special reference to damage by millipedes (Diplopoda)». NJAS - Wageningen Journal of Life Sciences 53 (1): 49-69. doi:10.1016/S1573-5214(05)80010-7. 
  80. Niijima, Keiko (2001). «ヤケヤスデ列車を止める» [A millipede outbreak (Oxidus gracilis, Koch) stopped trains]. Edaphologia (en japonés) (68): 43-46. ISSN 0389-1445.  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  81. Peckham, Matt (4 de septiembre de 2013). «Millipedes - Yes, Millipedes - May Be Responsible for Australian Train Crash». Time Newsfeed. Time Magazine. Consultado el 30 de diciembre de 2016. 
  82. Spelda, Jörg (2015). «Orden Julida». Ibero Diversidad Entomológica (Sociedad Entomológica Aragonesa) (27A): 1-18. ISSN 2386-7183. 
  83. Stoev, Pavel; Zapparoli, Marzio; Golovatch, Sergei; Enghoff, Henrik; Akkari, Nesrine; Barber, Anthony (2010). «Myriapods (Myriapoda). Capítulo 7.2. En: Roques et al. (Eds.). Alien terrestrial arthropods of Europe». Biodiversity and Ecosystem Risk Assessment 4: 97-130. doi:10.3897/biorisk.4.51. 
  84. Lewbart, Gregory A., ed. (2011). Invertebrate Medicine (2.ª edición). Wiley-Blackwell. p. 255. ISBN 978-0-470-96078-3. 
  85. Alves, Rômulo; Rosa, Ierecê Lucena, eds. (2012). Animals in Traditional Folk Medicine: Implications for Conservation. Springer Science & Business Media. p. 18. ISBN 3642290256. 
  86. a b c Costa Neto, Eraldo M. (2007). «The perception of Diplopoda (Arthropoda, Myriapoda) by the inhabitants of the county of Pedra Branca, Santa Teresinha, Bahia, Brazil». Acta Biológica Colombiana 12 (2): 123-134. 
  87. Lawal, O. A.; Banjo, A. D. (2007). «Survey for the usage of arthropods in traditional medicine in southwestern Nigeria». Journal of Entomology 4 (2): 104-112. doi:10.3923/je.2007.104.112. 
  88. Negi, C. S.; Palyal, V. S. (2007). «Traditional uses of animal and animal products in medicine and rituals by the Shoka tribes of district Pithoragarh, Uttaranchal, India». Studies on Ethno-Medicine 1 (1): 47-54. 
  89. Jiang, T. L.; Feng, G. W.; Shen, J. H.; Li, L. F.; Fu, X. Q. (1981). «Observation of the effect of Spirobolus bungii extract on cancer cells». Journal of Traditional Chinese Medicine 1 (1): 34-38. PMID 6926686. 
  90. Enghoff, Henrik; Manno, Nicola; Tchibozo, Sévérin; List, Manuela; Schwarzinger, Bettina; Schoefberger, Wolfgang; Schwarzinger, Clemens; Paoletti, Maurizio G. (2014). «Millipedes as food for humans: their nutritional and possible antimalarial value: a first report». Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine 2014: 1-9. doi:10.1155/2014/651768. 
  91. «Canada: Money in muskeg?». New Scientist (Reed Business Information): 198-199. 1963. ISSN 0262-4079. 
  92. Avirovik, Dragan; Butenhoff, Bryan; Priya, Shashank (2014). «Millipede-inspired locomotion through novel U-shaped piezoelectric motors». Smart Materials and Structures 23 (3): 037001. Bibcode:2014SMaS...23c7001A. doi:10.1088/0964-1726/23/3/037001. 
  93. Wakimoto, Shuichi; Suzumori, Koichi; Kanda, Takefumi (2006). «A bio-mimetic amphibious soft cord robot». Nihon Kikai Gakkai Ronbunshu, C Hen/Transactions of the Japan Society of Mechanical Engineers, Part C (en japonés e inglés) 72 (2): 471-477. 
  94. Beattie, Andrew; Ehrlich, Paul (2001). Wild Solutions: How Biodiversity is Money in the Bank (2.ª edición). New Haven: Yale University Press. pp. 192-194. ISBN 978-0-300-10506-3. 

Enlaces externos

editar