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Chalchiuhtlicue (del náhuatl: chalcihuītlicueh ‘la que tiene su falda de jade’‘chalchihuitl 'jade'; ī-, su; cue(itl), falda; -eh, que tiene’) en la mitología mexica es la diosa de los lagos y corrientes de agua. También es patrona de los nacimientos, y desempeña un papel importante en los bautismos aztecas. Preside sobre el día 5 Serpiente y sobre el tricenal de 1 Caña. Fue una de las figuras femeninas más importantes vinculada al líquido en la cultura mesoamericana. Chalchiuhtlicue fue considerada también como la más importante protectora de la navegación costera en el México antiguo.
Mito
editarEn el mito de los cinco soles, ella alumbró al mundo en el Primer Sol, dominaba el cuarto mundo, en la era Cuatro-Agua. Durante su reinado el cielo era de agua, la cual cayó sobre la tierra como un gran diluvio a manos de esta diosa. Los seres humanos se transformaron en peces. Pareja o dualidad de Tláloc y con él fue madre de Tecciztécatl y rigió sobre Tlalocan. En su aspecto acuático, es conocida como Acuecucyoticihuati, diosa de los océanos, los ríos y todas las aguas que corren, así como patrona de las parturientas. Se dice también que fue esposa de Xiuhtecuhtli. A veces se la asocia con la diosa de la lluvia, Matlálcueitl.
En el arte, Chalchiuhtlicue se ilustra usando una falda verde y con breves líneas negras verticales en la parte inferior de su rostro. En algunos casos pueden verse niños recién nacidos en una corriente de agua que surge de sus faldas. Se la encuentra representada en varios manuscritos de México, incluyendo las placas 11 y 65 del Códice Borgia (precolombino), en la página 5 del Códice Borbónico del siglo XVI, y en la página 17 del Códice Ríos. Sus esculturas están generalmente hechas de piedra verde, como corresponde a su nombre.
Diferentes nombres
editarEntre sus distintas manifestaciones encontramos los siguientes nombres: Atlatona, “la que brilla en las aguas”; Acuecueyotl, “falda de agua”, cuando hay ondas y olas; Ahuic, “a una parte y a otra”, lo que indica que se mueve y muda a todas partes; Apozonalotl, “espuma de agua”, cuando en las rápidas corrientes de los ríos, aparece la espuma; Aticpac calqui cihuatl, “mujer que tiene casa encima del agua”; Alacamani, “Las tempestades excitadas en el agua”; Alacoaya, “agua triste”, lagos y lagunas o riachuelos en proceso de secarse; Ayauh, “diosa de la niebla”; Xixiquipilihui, “la que se hace bolsas”, cuando el agua se riza por vientos contrarios aunque leves.
Relación de Chalchiuhtlicue y Tláloc
editarChalchiuhtlicue, deidad que representa al agua bajo distintos fenómenos tiene estrecha relación y liga sus entrañas con el Golfo de México, pues conforma el hueyalt, que recibe el nombre de Chalchiuhtlicueyecalt que en su traducción al español significa “morada de la que tiene falda de esmeraldas”.[2]
Esta deidad tiene estrecha relación con Tláloc, pues ambos son considerados como dioses del agua. Se dice que los Tezcatlipocas, después de crear al mundo, dan organización particular a las aguas y crean a Tlalloccantecuhtli y a su consorte Chalchiuhtlicue, declarados dioses del líquido elemento. Númenes de alta jerarquía para pueblos eminentemente agrícolas, a tal grado que el Templo Mayor de Tenochtitlán tiene en la cumbre dos adoratorios, uno dedicado a Huitzilopochtli que se supone la deidad principal de los aztecas, y el otro a Tláloc.[2]
El aposento de la pareja divina de las aguas, tiene cuatro compartimientos, en medio de los cuales hay un gran patio con cuatro estanques llenos de diversas aguas: la buena para los panes y simientes; la que anubla las plantas, la que las hiela; y otra improductiva que las pudre o las seca. Cada rumbo es custodiado por uno de los cuatro Tlaloques, ministros de Tláloc. Este sitio es el Tlallocan, “paraíso de Tlaloc”, lugar de la abundancia donde se esconde la luna y ambos recorren el mismo cielo, el Ilhuicatl Meztli, “camino celeste de la luna”.[2]
Para que Tláloc de a los hombres las aguas propicias, no demasiado abundantes sino mesuradas, se le realizan ceremonias durante el mes llamado Atemoztli, “Descendimiento de las aguas”; su símbolo es el agua corriendo cuesta abajo por la escalera de un templo dedicado a este numen, a su consorte Chalchiuhtlicue, “la de la falda de jades” y Tlaloques, sus ministros. En ocasiones, para referirse a esta época, pintan a Tláloc con el rayo en una mano y dos mazorcas de maíz en la otra, precipitándose hacia la tierra o en actitud de despeñarse desde lo alto de un templo que simboliza a los cerros.[2]
Antes de describir las representaciones de las deidades acuáticas, cabe mencionar que la anteojera en sí misma no es suficiente para identificar y reconocer a Tláloc. Actualmente cuando los arqueólogos encuentran esculturas de barro o piedra con anteojeras y con círculos alrededor de la boca, cuya pintura original ya no existe, no pueden identificarlas automáticamente como representaciones de Tláloc sólo por la presencia de estos rasgos, ya que se pueden tratar también de otros dioses. La anteojera de Tláloc es al mismo tiempo el chalchihuitl, el jade precioso, que es también una gota redonda de agua.[3]
Según Sahagún (1963, XI: 247) los ríos fluyen del útero de la tierra en forma de montaña, de donde los manda Chalchiuhtlicue. Existen diferentes representaciones de estas deidades en diversos códices, en algunos, por ejemplo, se refleja como el agua fluye de la boca del monstruo terrestre, que en algunas ocasiones es representada por Quetzalcóatl. En otros, los ríos salen de Chalchiuhtlicue, algunas veces esta representación tiene forma de víbora y los adornos de la diosa llevan marcas distintivas de la serpiente. Las mismas características distinguen a Chalchiuhtlicue, su nariguera serpentina y el glifo de Chachihuitl. En otros códices, Tláloc muestra las mismas características que su compañera Chalchiuhtlicue, se caracterizan por las rayas y los círculos de la serpiente asociada con el agua y la tierra.[3]
Referencias
editar- ↑ Bodo Spranz (1975). Fondo de Cultura Económica México, ed. Los Dioses en los Códices Mexicanos del Grupo Borgia: Una Investigación Iconográfica. María Martínez Peñaloza (Traducción). México. ISBN 968-16-1029-6.
- ↑ a b c d Equilibrista (1995). Dioses del México antiguo. p. 144.
- ↑ a b Heyden, Doris. Las anteojeras serpentinas de Tlaloc.
Origen
editarOtra posible teoría que explica la procedencia de su nombre calendarárico: La fecha 9 Atl del calendario maya, cuyo significado era agua, elemento estrechamente vinculado con Chalhiuhtlicue, Señora de las aguas terrestres. Entre sus distintas manifestaciones encontramos los siguientes nombres: Atlatona “la que brilla en las aguas”, Acuecueyotl “falda de agua”, cuando hay olas y ondas; Ahuic “a una parte y a otra”, lo que indica que se mueve y muda a todas partes; Apozonalotl, “espuma de agua”, cuando en las rápidas corrientes de los ríos aparece la espuma; Atipac calqui cihuatl “mujer que tiene casa encima del agua” (su casa aparece casi siempre cimentada sobre una tortuga que nada en amplias aguas); Alacamani, “las tempestades excitadas en el agua”, cuando aparece agitada, alborotada; Alacoaya “agua triste”, lagos y lagunas o riachuelos en proceso de secarse; Ayauh, “diosa de la niebla”; Xixiquipilihui, “ la que se hace bolsas”, cuando el agua se riza por vientos contrarios, aunque leves[1].
Los Tezcatlipocas, después de haber creado el mundo, dieron organización particular a las aguas. Así es como surgen Tlalloccantecuhtli y su consorte Chalchihiuhtliue, declarados dioses del quinto elemento. Númenes de alta jerarquía para pueblos en los que su principal sustento económico es la agricultura, a tal grado que el templo mayor de Tenochtitlán tiene en la cumbre dos adoratorios, uno dedicado a Huitzilopochtli que se supone la deidad principal de los aztecas, y el otro a Tlalloccantechtli. Chalchiuhtlicue, “la de la falda de jades o falda preciosa” conforma el hueyatl (mar) y por eso el golfo de México se llama Chalchiuhtlicueyecatl, “morada de la que tiene falda de esmeraldas”. Tambièn en Teotihuacan fue hallada una enorme estatua monolítica que ha sido asignada a esta diosa, pues lleva una falda decorada con una franja de volutas semejantes a las del signo atl, agua.
Iconografía
editarLos atavíos con que pintaban a esta diosa eran la cara de color amarillo, con un collar de piezas preciosas con un colgante de oro: en la cabeza una corona hecha de papel, pintada de azul claro, con unos penachos de plumas verdes y unas bolas también de azul claro. Las orejas estaban labradas de color turquesa en obra mosaica y vestida de un vipil y aguas de tonalidades azules. En la mano izquierda sujetaba una rodela con una hoja ancha y redonda que se cría en el agua, llamada atlacuecona.
La muerte y la enfermedad cuasadas por Tlaloc, Chalchiuhtlicue, los tlaloque, los tepictoton y los ahuaque, miembros del complejo del dios de la lluvia, se vinculaban frecuentemente con la lluvia, el agua y el frío. Chalchiuhtlicue enfermaba a la gente cerca de sus dominios, los ríos y los arroyos (Ponce de León 1973: 124-125). Los indígenas la representaban como una mujer, diciendo que era hermana de los dioses de la lluvia que llaman Tlaloques, defendiendo que tenía el poder sobre el agua de los océanos, mares y ríos. La honraban porque podía ahogar a quienes andaban en dichas aguas, así como también causar tempestades y torbellinos en ellas.
Celebraciones
editarLa fiesta en su honor era Etzalqualiztli, los que eran devotos y la festejaban solían ser los granjeros que tenían sus tierras cerca de alguna masa de agua, los que vendían en canoas y los que vendían tinajas en la plaza. Los dioses y reyes la veneraban mucho junto con otras dos, Chicumecoatl, diosa de los mantenimientos, y Vixtocivatl, diosa de la sal; las tres eran las diosas que ayudaban a la gente popular.Se trata de una de las fiestas que expresan de forma màs vistosa las características de la descarga de la lluvia y las formas femeninas de la maternidad. Simboliza, igualmente, las aguas originales y maternas. Para la celebración de esta fiesta todos hacían una manera de puchas, o poleadas llamadas etzalli (comida delicada al gusto). Cada uno comía en su casa y compartía con quien venía. En esta misma fecha a los ministros de los ídolos que habían tenido algún fallo en su servicio los castigaban fuertemente en el agua de la laguna, hasta dejarlos moribundos y abandonarlos en las orillas a su suerte. Posteriormente sus familias iban a recogerlos y llevarlos a sus casas (Sahagún, 1829)[2] .
Durante las fiestas del mes de Atemoztli, “descendimiento de las aguas”, muchos hacían sacrificios en sus ritos caseros punzándose con puntas de maguey los lóbulos, las orejas, lengua o muslos. Se modelaban también figuras de montes y pequeños ídolos hechos de masa de ciertas semillas, que después de cocinados se descuartizaban imitando la ceremonia de los sacrificios humanos. Los miembros se repartían entre los familiares a fin de preservarse de las enfermedades relacionadas con la divinidad, la hidropesía o la lepra. En los grandes templos que se encontraban en lo alto de los montes se sacrificaban los humanos, especialmente niños. Las ceremonias consagradas a la diosa incluían varias festividades, al menos los meses de sequía y generalmente a través de sacrificios infantiles también[3]