Anexo:Flora de la provincia de Huelva
El tipo de vegetación característico de la zona es la del bosque esclerófilo mediterráneo, donde predominan encinares y alcornocales. Este tipo de vegetación aparece prácticamente de forma continuada por toda la geografía onubense, ante todo en la mitad norte (Sierra Morena y El Andévalo). Esta vegetación está ligada a zonas con suelos ácidos y donde no existe sequía, aunque no son muy exigentes en cuanto al agua que necesitan para su desarrollo.[1]
Asociado a este bosque esclerófilo, existe un rico sotobosque con dos niveles de degradación:
Un sotobosque poco degradado caracterizado por especies como: cornicabra, lentisco, arrayán, acebuche, esparraguera, durillo y madroño entre otros. Esta formación es un ecosistema maduro o climácico, caracterizado por una alta diversidad, reciclaje de nutrientes, reserva de materia orgánica en el suelo, y plantas y animales que utilizan la mayor parte de la luz solar y otros recursos.
Por el contrario, también existen formaciones boscosas con un sotobosque más degradado, caracterizado por especies como: tomillo, cantueso, lavandula, coscoja, brezal, retama y jara. Este tipo de formación se produce sobre suelos menos desarrollados o sobre zonas degradadas por la acción humana. El nivel de degradación en algunas zonas es tan importante que la vegetación predominante es el matorral.
Los castañares y quejigares son también formas boscosas típicas de estas zonas serranas onubenses, sin embargo, sus requerimientos hídricos son más exigentes. Es por esto que aparecen en forma de manchas en las zonas más altas (con mayor publiosidad) o en zonas de umbría (con menor evapotranspiración). Entre su sotobosque destacan especies como el durillo, el rusco, la olivilla, la retama loca, la aristoloquia larga y el helecho común.
En alturas cumbres alomadas aparecen pequeñas machas de melojos o rebollos, debido a su mayor aguante a los inviernos fríos que otras especies de robles.
También existen bosques de galería, por lo general muy degradados por la presión humana, asociados a los numerosos cursos fluviales en la zona. Estos bosques son azonales y no dependen del tipo de clima, sino del curso continuo de agua en superficie que garantiza sus altos requerimientos hídricos para su desarrollo. En estos bosques predominan los sauces, fresnos, chopos y olmos. Son matorrales típicos de estos bosques las zarzas, madreselvas y juncos.
En las zonas de la dehesa tienen una especial importancia los hongos y los líquenes, musgos, helechos y afines. Por su valor económico e incluso cultural, las setas tienen gran importancia, sin duda la de mayor importancia es la Amanita caesarea, si bien, también abundantes el pinatel o níscalo, el galipierno, parasol o apagador y la calabaza o boleto comestible.
En la zona de campiña, la vegetación natural es inexistente, siendo el suelo prácticamente utilizado para el cultivo.
En lo que se refiere a la vegetación asociada a la zonas costera y de marismas, son de especial interés especies como la Vulpia fontquerana, la Linaria tursica, el enebro costero, el Micropyropsis tuberosa, el Hydrocharis morsus ranae o la Thorella verticillatinundata, muchas de ellas fuertemente amenazadas. En otro sentido se realizan trabajos para eliminar especies no autóctonas como el Eucalyptus, la Acacia, el Gomphocarpus fruticosus, la Nicotiana glauca o la Carpobrotus edulis.
Otras especies destacables de la marisma, de las más de 900 que se asientan en los ecosistemas de Doñana son: la adelfa, el alcornoque, el alhelí de mar, el almajo dulce, la barrilla pinchosa, el barrón, la brecina, el brezo, la camarina, el cantueso, el cardo marino, el carrizo, la clavellina, la enea, el helecho común, el jaguarzo, la junquera, el labiérnago, la lechetrezna del mar, el lentisco, la masiega, el palmito, el pino piñonero, la retama negra, la retama de escobas, el romero, la sabina, el tojo, el tomillo, el torvisco o la zarzamora. También, hay las plantas florecientes, como la lavanda.
La dureza de este ecosistema se hace patente en la necesidad de algunas especies vegetales para adaptarse a condiciones muy especiales: las dunas de arena y su suelo inconsistente. Este ecosistema de dunas móviles, casi inexistente en otros lugares de la península ibérica, es consecuencia del fuerte viento del sur-oeste. El enterramiento de la vegetación, sobre todo de árboles a cargo de los lentos movimientos de arena, es uno de los más conocidos fenómenos de la zona de playa de Doñana algunos ejemplos como las dehesa de bollullos par del condado.
Referencias
editar- ↑ Consejería de Medio Ambiente de Andalucía (2003). «Dehesas de Sierra Morena: IV. Características Físicas» (pdf). Consultado el 17 de julio de 2008.