En 894 estalló una guerra entre Bulgaria y Bizancio cuando el emperador bizantino León VI trasladó el comercio de las mercancías búlgaras de Constantinopla a Solun, lo que significaba que los mercaderes búlgaros tenían que pagar impuestos más altos. Ese mismo año Simeón I derrotó a los bizantinos cerca de Adrianópolis y volvieron a usar su viejo método en este tipo de situaciones: sobornaron a los magiares para que atacaran desde el noreste a Bulgaria. En 895 cruzaron el Danubio y obtuvieron la victoria sobre los búlgaros en dos ocasiones. Simeón I se retiró a Drastar, que defendió con éxito. En 896 persuadió a los pechenegos para ayudarlo y, aunque los magiares peleaban con ellos hacia el este, él y su padre Boris I -que abandonó el monasterio para esta ocasión- reclutaron un enorme ejército y marcharon hacia la frontera nororiental del país.
Simeón I ordenó tres días de ayuno, diciendo que los soldados deben arrepentirse de sus pecados y buscar ayuda en Dios. Una vez hecho esto, la batalla comenzó. Fue inusualmente larga y feroz, pero al final los búlgaros salieron victoriosos.
- Йордан Андреев, Милчо Лалков, Българските ханове и царе, Велико Търново, 1996.