Hamadríade

ninfa de los árboles en la mitología griega
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Para el género de plantas ranunculáceas, véase Hamadryas (planta) Para el género de mariposas, véase Hamadryas (Lepidoptera)

Una hamadríade por John William Waterhouse. (1895)

En la mitología griega, las hamadríades o hamadríadas (en griego Ἁμαδρυάδες / Hamadryádes) son un tipo de ninfas vinculadas a los árboles. Son similares a las dríades, a veces distintas las unas de las otras,[1]​ y otras veces identificadas entre ellas, aunque implícitamente, en otras fuentes.[2]​ Como sucede con otros personajes secundarios de la mitología griega los textos no aclaran mucho acerca de la naturaleza de las propias hamadríades por lo que el debate sobre estas ninfas recae en manos de filólogos clásicos. Algunos sostienen que una hamadríade es el propio árbol o su espíritu, mientras que una dríade normal es simplemente la entidad que habita en el árbol. Si el árbol muere la hamadríade asociada a él también muere. Por este motivo, tanto las dríades como los dioses castigan a los mortales que dañan a los árboles divinos.[3]

En Ateneo

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Ateneo nos ofrece el texto mitográfico más extenso acerca de las hamadríades. En el Banquete de los eruditos se nos dice que:

«El poeta épico Ferenico, de origen heracleota, afirma que aquella (la higuera) recibió su nombre de Sice, la hija de Óxilo. En efecto, Óxilo, el hijo de Oreo, se unió con su hermana Hamadríade o Hamadría y engendró, entre otras, a Caria ("nuez" —nogal—), Bálano ("bellota" —roble—), Cránea ("cornejo"), Mórea ("moral"), Egero ("chopo"), Ptélea ("olmo"), Ámpelo ("vid") y Sice ("higuera"). Estas son las llamadas ninfas hamadríades, y de ellas reciben el nombre muchos árboles. Por eso también dice Hiponacte: "la negra higuera, hermana de la vid"».[4]

El texto parece indicar que la denominación de hamadríades corresponde a un metronímico, esto es, son las «hijas de Hamadríade». De la misma Hamadríade o del propio Óxilo nada más se sabe.

En Antonino Liberal

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Antonino Liberal nos dice que Mileto tuvo una hija, Biblis o Bíblide (Βυβλίς / Byblís). Esta, sintiendo un deseo amoroso no correspondido por su hermano Cauno, toma la decisión de arrojarse por un acantilado; no obstante las ninfas del lugar, para salvarla, «la sumieron en un profundo sueño y la transformaron, de mortal que era, en una ninfa hamadríade, y la hicieron compañera y amiga suya».[5]

En otra de las metamorfosis Antonino nos habla de Dríope (Δρυόπη), a quienes «las ninfas hamadríades la amaban extraordinariamente: la hicieron su compañera de juegos». Un día, cuando Dríope se dirigía a un templo de Apolo en la Driópide, las hamadríades se la llevaron, hicieron surgir en su lugar un álamo negro y la propia Dríope se convirtió desde entonces en una ninfa inmortal.[6]

Otras fuentes

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Apolodoro nos dice que diez de las danaides nacieron de dos «ninfas hamadríades, unas de Atlantea (Ἀτλαντείη o Ἀτλαντείης) y otras de Febe (Φοίβη)».[7]

Tzetzes nos habla de la hamadríade Crisopelea (Χρυσοπέλεια). El autor añade el dato de que el árbol en el que vivía Crisopelea se vio amenazado por la crecida de un río. La rescató Árcade, que se encontraba cazando en los alrededores, y entonces desvió el río y aseguró el árbol con un dique.[8]

Propercio nos habla varias veces de las hamadríades. Dicen que estas raptaron al muchacho Hilas;[9]​ pero unos versos más adelante también las llama dríades.[10]​ También nos dice que las hamadríades fueron testigos del amor entre Afrodita y Anquises.[11]

Apolonio de Rodas escribió que el padre de Parebio cometió una falta terrible, pues «en una ocasión, cortando árboles solo en las montañas, desatendió las súplicas de una ninfa hamadríade, la cual sollozando le rogaba con insistentes palabras que no cortara el tronco de un roble de su edad, en el que había pasado ininterrumpidamente su dilatada existencia. Pero él en su insensatez lo cortó con la arrogancia de la juventud. Y por ello la ninfa le procuró en lo sucesivo un pernicioso destino a él y a sus hijos».[12]

Ovidio nos habla de pasada de las hamadríadas nonacrinas compañeras de Siringa,[13]​ y también de Pomona, la hamadríade más hábil en el estudio de los árboles y el uso de los huertos.[14]​ El mismo autor también nos dice que Calisto pertenecía al cortejo de las hamadríades al servicio de Artemisa.[15]

Nono nos habla en muchas ocasiones de las ninfas hamadríades, pero siempre en un contexto menor.[16]

Relacionadas con las hamadríades, como ninfas asociadas a cierto tipo de árboles, se encuentran las Helíades (Ἡλιάδες / Heliádes) —metamorfoseadas en álamos o alisos que lloran ámbar— y las Hespérides (Ἑσπερίδες / Hesperides) —ninfas de los manzanos de fruto dorado—.

Referencias

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  1. Servio ecl. X 62 y Aen. I 372
  2. Propercio I 20, VV. 12, 32, 45-47; Dionisíacas III, 70; Mitógrafo Vaticano II 50; AP IX 823.
  3. Antonio Ruiz de Elvira, Mitología clásica, pág.125. Ed. Gredos, RBA Libros, S.A. 2015. ISBN 978-84-249-2900-8.
  4. Ateneo: Banquete de los eruditos 78b
  5. Antonino Liberal, Metamorfosis 30
  6. Antonino Liberal, 32
  7. Pseudo-Apolodoro: Biblioteca II 1.5; estas diez danaides fueron Hipodamía, Rodia, Cleopatra, Asteria, Hipodamía (otra diferente), Glauce, Hipomedusa, Gorge, Ifimedusa y Rode.
  8. Tzetzes "sobre Licofrón": Alejandra 480 (con una referencia a Eumelo de Corinto)
  9. Propercio, Elegías I 20, 32
  10. Propercio, I 20, 45
  11. Propercio, II 32, 37
  12. Apolonio de Rodas, Argonáuticas, II, 477
  13. Ovidio, Las metamorfosis, I, 689
  14. Las metamorfosis XIV, 622
  15. Ovidio, Fastos, II, 155
  16. Nono, Dionisíacas, II, 92; XIV, 1; XVI, 356; XVII, 310; XXII, 1 y 82; XXIV, 123 y 148; XXXII, 143; XXXVII, 10; XLIV, 12, 88 y 142; XLVII, 456; XLVIII, 188, 456 y 514.

Véase también

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Enlaces externos

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