Juan García Oliver

Juan García Oliver (Reus, 20 de enero de 1902-Guadalajara, 13 de julio de 1980) fue un anarquista español. Junto a Buenaventura Durruti fundó el grupo de «Los Solidarios», al cual se le adjudicaron varios asesinatos, e incluso el intento de asesinato del rey Alfonso XII.[1]​ Durante la guerra civil española, fue ministro de Justicia bajo la presidencia de Francisco Largo Caballero. Tras la contienda partió al exilio en México, donde murió.

Juan García Oliver

Ministro de Justicia de España
4 de noviembre de 1936-16 de mayo de 1937
Presidente Francisco Largo Caballero
Predecesor Mariano Ruiz-Funes
Sucesor Manuel de Irujo Ollo

Información personal
Nacimiento 20 de enero de 1902
Reus (España)
Fallecimiento 13 de julio de 1980
Guadalajara (México)
Nacionalidad Española
Religión Ateísmo
Información profesional
Ocupación Camarero, sindicalista, político y militar
Afiliaciones
Miembro de Los Solidarios y los Aguiluchos

Biografía

editar

La figura de García Oliver está muy unida a la de Durruti, ya que después de las imputaciones de los asesinatos de este hubo de huir a Argentina y a otros países latinoamericanos y europeos. Regresó en 1931 y se integró en la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Empieza por difundir la práctica cenetista y así nació Nosotros, con Durruti, Ascaso, Jover y otros compañeros. Ahora bien, si Pestaña y Peiró, dejaron esta táctica en 1923, Nosotros y García Oliver la continuaron hasta 1933.

En 1931 declaró que había que lanzarse a la revolución sin esperar, y que los treintistas la remitían a fechas completamente absurdas. Pero en diciembre de 1933 se opuso a la tentativa de Durruti y Ascaso y la Regional aragonesa, cuando estaba de acuerdo para la de enero, todo ello sin estar en la FAI que aparecía como responsable y cuyos militantes luchaban.

En el congreso de la CNT de mayo de 1936, afirmaba que fue el artífice de la reunificación pero que su proyecto de ejército no fue adoptado a causa de la actitud de Federica Montseny, Diego Abad de Santillán y Miró, entre otros. Se puede observar, según los textos que publicó Elorza en Revista del Trabajo, n.º 32, que los proyectos para el Congreso de Zaragoza de los sindicatos de Santillán y García Oliver no se diferencian mucho, en particular para la cuestión militar.

El 9 de mayo de 1934 Oliver y un grupo de líderes cenetistas visitan el Palacio de la Generalidad de Cataluña. Entre los líderes figuran Eusebi Carbó, Germinal Esgleas, Ricardo Sanz García y Pedro Herrera Camarero. El titular de prensa es sorprendente: "La C.N.T. reconoce la autoridad del gobierno de la Generalidad de Cataluña". [2]

Tras los días de lucha de julio en Barcelona (debiéndose la victoria según García Oliver a la organización dada por él) tuvo lugar un pleno de locales y comarcales el 23 de julio (pp. 171 y 184 y ss. de El eco de los pasos). García Oliver y la comarcal del Bajo Llobregat propusieron ir por todo (es decir proclamar el comunismo libertario) pero hubo unanimidad en contra, y García Oliver se planteó las causas, pareciendo sugerir dos explicaciones: a) la ignorancia del anarquismo; b) la actividad de los grupos disolventes.

Cuando la CNT decidió entrar en el Gobierno de la Segunda República durante la guerra civil española, aceptó asumir el cargo de ministro de Justicia bajo la presidencia de Francisco Largo Caballero, a pesar de no tener ninguna formación jurídica ni experiencia con la Justicia (al margen de su procesamientos por diversos crímenes). Se mantuvo en el cargo entre noviembre de 1936 y mayo de 1937. Meses antes ya había sido consejero de la Generalidad de Cataluña. Intentó convencer a los trabajadores para que se desarmasen durante las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona, llamando a un cese del fuego. En su ejercicio como ministro, fueron abolidas las tasas judiciales y los expedientes penales destruidos. Esta medida insólita, la destrucción de los expedientes penales, fue acompañada de la liberación de muchos criminales encarcelados para su ingreso en las diversas milicias republicanas, y se realizó sin que mediase ningún procedimiento jurídico, con la simple incautación y destrucción del archivo por parte de los milicianos de García Oliver. Acto seguido, éste atribuyó la destrucción a un bombardeo de la aviación nacional (Témoignages complémentaires pour l'histoire d'Espagne - La guerre civile 1936-1939, Madrid, Gráficas Aragón, 1953). Durante la Guerra Civil, manifestó: «Se está dando un fenómeno en esta guerra, y es que los fascistas cuando les atacan en una ciudad aguantan mucho y los nuestros no aguantan nada; ellos cercan una ciudad y al cabo de unos días es tomada. La cercamos nosotros y nos pasamos allí toda la vida».

En Barcelona hubo una serie de enfrentamientos entre grupos revolucionarios y el gobierno republicano. Entre los primeros estaban los militantes anarcosindicalistas de CNT, FIJL, FAI; y el comunista POUM, principalmente. La central de Telefónica, en manos de la CNT, fue desalojada por fuerzas del orden republicano lo que provocó el estallido del enfrentamiento; barricadas, muertos, una guerra civil interna en el bando republicano.

Algunos ministros del gobierno y/o dirigentes de la central sindical, como García Oliver, pidieron el cese del fuego así como la unión ante el fascismo, argumentando que era preferente ganar la guerra. Algunos lo consideraron como un traidor hacia al anarquismo español, por haberse comprometido con el gobierno, mientras otros creen que aquellas concesiones eran necesarias para acabar con Franco.

Al finalizar la guerra civil, se exilió en Guadalajara (México), donde murió en 1980. En 1978 había publicado El eco de los pasos, su autobiografía, que comienza con las siguientes palabras:

En la medida de lo posible deben irse aportando ya los materiales de la verdadera historia del anarcosindicalismo en su aspecto humano, más importante que las manifestaciones burocráticas que tanto se han prodigado. Solamente la veracidad puede dar la verdadera dimensión de lo que fuimos. La verdad, la bella verdad solo puede ser apreciada si, junto a ella, como parte de ella misma, está también la fea cara de la verdad.

Se conserva una grabación sonora de un discurso de Juan García Oliver[3]​ donde califica a los miembros del grupo, incluyéndose él mismo, como "los mejores terroristas de la clase trabajadora, los que mejor podían devolver golpe por golpe el terrorismo blanco contra el proletariado" como los asesinatos de Salvador Seguí o Francesc Layret por parte de la patronal.[4]

Libros

editar
  • El eco de los pasos, autobiografía en la que García Oliver analiza también el anarcosindicalismo "en la calle", "en el Comité de Milicias", "en el gobierno " y "en el exilio".
  • Agustín Guillamón, Ecos y pasos perdidos de Juan García Oliver, Calumnia Edicions, 2021
  • Miguel Amorós, Durruti en el laberinto, Muturreko Burutazioak, Bilbao, 2006. ISBN 9788496044739. En este libro se hace referencia a la actuación de García Oliver durante la Guerra civil.
  • Fulvio Abbate, Il ministro anarchico, Baldini Castoldi Dalai, Milano, 2004.

Referencias

editar

Enlaces externos

editar