Leonilda Barrancos
Leonilda Barrancos (Mercedes, 12 de febrero de 1890; Buenos Aires, 19 de octubre de 1954) fue una maestra, pedagoga y política argentina que se destacó por haber sido uno de las pioneras del feminismo en Argentina y una destacada dirigente política del socialismo a nivel argentino y latinoamericano.
Leonilda Barrancos | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
12 de febrero de 1890 Mercedes, Buenos Aires, Argentina | |
Fallecimiento |
19 de octubre de 1954 (64 años) Buenos Aires, Argentina | |
Información profesional | ||
Ocupación | Maestra, pedagoga, política | |
Partido político |
Partido Socialista Partido Socialista de Chile | |
Biografía
editarLeonilda Barrancos nació en Mercedes el 12 de febrero de 1890 en el seno de una familia tradicional de la zona de la antigua Guardia de Luján, siendo hija de Pedro José Barrancos y de Jacinta Petrona Fernández. Su abuelo paterno, Ezequiel Barrancos, sirvió con el grado de capitán de caballería a las órdenes de Bartolomé Mitre tomando parte en las batallas de Cepeda y Pavón y fue un destacado dirigente del mitrismo en Mercedes. Su bisabuelo, Victorino Rubio, fue un importante estanciero en las localidades bonaerenses de Mercedes y Morón.
Desde Mercedes se trasladó a Paraná, provincia de Entre Ríos, para estudiar en la prestigiosa Escuela Normal de esa ciudad, de donde egresó con el título de maestra. A comienzos de la década de 1910 ejerce la docencia en una escuela pública de la ciudad de Buenos Aires como maestra de segundo grado. Participa de la huelga de maestros que tuvo lugar en Buenos Aires en 1912. Fue una propagandista entusiasta de la agremiación de los maestros, impulsando ese mismo año —junto a otras figuras como Julio R. Barcos y Rodolfo Ghioldi— la fundación de la Liga Nacional de Maestros, que dio origen al año siguiente a la primera Confederación Nacional del Magisterio de la República Argentina, que edita la revista Renovación.
En octubre de 1913 participa, en calidad de corresponsal de la Liga del Congreso del Niño organizado en Buenos Aires por la Liga por los Derechos de la Mujer y el Niño, que impulsaban las activistas feministas Julieta Lanteri y Raquel Camaña. Participan asimismo del Congreso figuras como Carolina Muzzili, Alicia Moreau de Justo, Alfredo Palacios y Enrique del Valle Iberlucea. Leonilda reseña sus sesiones para La Escuela Popular, el órgano de la Liga de Educación Racionalista. En la segunda mitad de la década de 1910 aparece participando de la experiencia de las Escuelas Normales Populares creadas a partir de 1912 en la provincia de Buenos Aires que preparaban a los aspirantes al título de maestro, ejerciendo la docencia en la Escuela Normal Popular de Mercedes que dirigió Carlos Vergara, así como la Escuela Normal Popular de San Martín.
Es así que el estallido de la Reforma Universitaria en 1918 la encuentra en plena actividad intelectual combativa en el campo de la enseñanza. Participó primero en asambleas estudiantiles y luego en las de profesores. Por ejemplo, en septiembre de 1919 aparece como oradora en un acto organizado por la Federación Universitaria Argentina con motivo de un conflicto en el Colegio Nacional de Chivilcoy. Es en estos espacios que conoció al psiquiatra Gregorio Bermann, uno de los exponentes de la Reforma Universitaria en Córdoba, con quien se casó en 1921. Instalada en la ciudad de Córdoba, ejerce la docencia como profesora de Lógica, Psicología e Historia de la literatura española en el Liceo Nacional de Señoritas y en el Colegio Nacional de Córdoba. [1]
A comienzos de 1930 viaja a Europa con Gregorio Bermann, permaneciendo seis meses en la ciudad de Viena. En Roma perfecciona sus estudios pedagógicos estableciendo contacto con una de las experiencias más avanzadas de su época: los jardines de infantes de María Montessori. De regreso en Córdoba, dicta en 1931 una conferencia sobre la modernización educativa en Austria. En 1933 colabora en la revista Vida Femenina que dirige la socialista María Luisa Berrondo. Participa activamente de las formaciones femeninas antifascistas, antiguerreras y de solidaridad con la República Española, como la Unión Argentina de Mujeres y la Alianza Femenina Antiguerrera.
Al igual que muchos otros docentes, en 1936 es dejada cesante por el gobierno de Agustín P. Justo a causa de su compromiso político. Separada de su marido, decide autoexiliarse en Santiago de Chile. En Chile pasa a militar en las filas de Partido Socialista de Chile (PSCh), fundado apenas tres años antes. Asimismo, desplegó una activa participación en Acción de Mujeres Socialistas. En la AMS, Leonilda impulsó la Primera Escuela Nacional de Capacitación, que incluía cursos sobre historia del socialismo, legislación social, organización sindical, acción educativa de la mujer, oratoria e historia contemporánea. Con el triunfo electoral del Frente Popular en 1939, colabora profesionalmente con Salvador Allende, designado por el presidente Pedro Aguirre Cerda como ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social. En esa cartera, se desempeñó como Secretaria del Departamento de Horas Libres de la Caja del Seguro Obrero Obligatorio, donde desarrolló también una intensa actividad educativa. Dictó en la Universidad de Chile una serie de cursos de extensión. En 1946 colabora con artículos de pedagogía en El Inicador, el periódico socialista que dirige en Buenos Aires Dardo Cúneo.
Cuando en 1945 el Partido Acción Democrática derrocó en Venezuela al gobierno del General Medina Angarita, Rómulo Betancourt que la había conocido en Chile la convocó para realizar tareas docentes en el Instituto Pedagógico de Caracas y para asesorar la reforma educativa que se proponía llevar a cabo el gobierno de Rómulo Gallegos. La caída del gobierno y la instauración de una dictadura militar impusieron su alejamiento de Venezuela, pasando entonces a México, donde trabajó junto al socialista de origen argentino Arnaldo Orfila Reynal en el Fondo de Cultura Económica, una de las mayores empresas editoriales de América Latina. En 1950 fue convocada para desempeñar tareas docentes en Puerto Rico, pero el gobierno de los EEUU se negó a visar su pasaporte argentino. Poco después pasó a Santiago de Cuba, desempeñándose como docente en la Universidad de Oriente. Por entonces participó, junto a figuras como Salvador Allende, Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Luis Beltrán Prieto (Venezuela), Andrés Towsend (Perú), en la 1ª Conferencia de la Inter-American Association for Democracy and Freedom (La Habana, Cuba, 1950).
Enferma de cáncer, regresó a la Argentina, vinculándose al “ala izquierda” del Partido Socialista que, liderado por Julio V. González, no acompañaba la política de antiperonismo radicalizado de la dirección partidaria. González sostenía que era necesario replantear el fenómeno peronista y que no debía confundirse la super estructura política del régimen, con su estructura económica y social. El Partido Socialista, para González, debía abandonar su reformismo y ofrecer una nueva alternativa revolucionaria y transformadora. También se sumaban a aquellos que evocaban el "llamado" de Mario Bravo en 1938 que había insistido en la necesidad de "autocrítica" para reelaborar la estrategia socialista en el país. Formaban parte de este grupo, además de Barrancos y González, figuras como Dardo Cúneo, Adolfo Rubinstein, Guillermo Estévez Boero y otros. En las elecciones de 1952 integró la lista del PS para diputados nacionales en la Capital Federal.
En sus últimos años de vida dictó cursos de filosofía marxista para los jóvenes que comenzaban a cuestionar la dirección partidaria. Falleció en Buenos Aires el 19 de octubre de 1954 a los 64 años.