Literatura latinoamericana

aquella literatura oral o escrita principalmente en español y en portugués

Literatura iberoamericana o latinoamericana es toda aquella literatura oral o escrita principalmente en español y en portugués, así como minoritariamente en lenguas indígenas de América, y derivaciones o cruces (chicana). Abarca todas las obras literarias de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, y Venezuela.[1][2]​ Esta literatura, o literaturas, con frecuencia caracteriza la vida y costumbres de los pueblos iberoamericanos, dando importancia a los aspectos culturales y a cuestiones políticas y sociales de la región donde se desarrolla.[2][3]

Los escritores Sor Juana Inés de la Cruz, de México, Miguel Ángel Asturias, de Guatemala y Rubén Darío de Nicaragua, Teresa de la Parra de Venezuela, César Vallejo de Perú, y Gabriel García Márquez de Colombia.

Historia

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Período precolombino

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Antes de que los españoles llegaran a conquistar América, los indígenas no manejaban alfabetos fonéticos, sino que habían desarrollado un sistema de comunicación visual a través de glifos. La forma que ellos tenían para preservar su cultura era de manera oral, y una vez que llegaron los conquistadores al nuevo continente, los españoles fueron capaces de registrar de forma escrita lo que ellos observaron.[4]

La literatura de los indígenas estaba vinculada a temas míticos relacionados con el amor, el origen del mundo y cuestiones divinas. Un ejemplo de esto es el Popol Vuh.[5]

Conquista

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La etapa de la conquista, en el siglo XVI, fue caracterizada por ser una lucha constante entre las culturas indígenas y las españolas. La educación era restringida y altamente influenciada por la Iglesia católica, por lo que la literatura se vio limitada.[5]​ De hecho, mediante dos órdenes reales 1531 y 1543, la Corona española prohibió la exportación de obras de ficción —en particular, los exitosos libros de caballería— hacia sus territorios americanos, permitiendo únicamente la circulación de obras religiosas.[6]​ Sin embargo, estas medidas no lograron impedir la difusión de libros de ficción en las provincias americanas:

La legislación que prohibía los «libros profanos», que fue incorporada a los códigos y no se derogó, no pudo contener la avalancha de literatura popular que recorrió las colonias durante todo el periodo de la dominación española.
Irving A. Leonard, Books of the Brave (Los libros del conquistador), 1949.[7][8]

En aquella época, la literatura que prevaleció fue toda aquella relacionada con la conquista del «Nuevo Mundo», en la que los conquistadores narraban sus vivencias en América. Por ejemplo, a partir de 1522 se publicaron las Cartas de relación que Hernán Cortés dirigió al rey de España y en las que describió de forma detallada lo que estaba sucediendo con la entrada de los españoles a la Nueva España, así como los ritos y ceremonias de los indígenas.[5]​ Asimismo, Bernal Díaz del Castillo concluyó en 1568 la redacción de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, publicada póstumamente en 1632.

Siglos XVII a XIX

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Gertrudis Gómez de Avellaneda.

El movimiento barroco surge a partir de la colonización, y con el paso de la conquista empieza a emplearse en muchas colonias del Nuevo Mundo. Hacía uso de recursos estilísticos y complicados juegos de palabras. En Iberoamérica, este movimiento se concentró en la literatura, lo que dio pie a una renovación de técnicas y estilos. Algunos de sus principales exponentes fueron Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Espinoza Medrano y Juan Ruiz de Alarcón.[9]

El movimiento del Romanticismo surge en Europa, alcanzando su mayor esplendor en Francia a mitad del siglo XIX. Se caracteriza por el predominio del sentimiento, la imaginación y la fantasía sobre la razón, oponiéndose a la rigidez del Neoclasicismo. Proclama la libertad de creación y el apego por lo popular.[10]​ En el ámbito liberomericano, el Romanticismo tiene su punto de partida en Argentina, con Esteban Echeverría y su obra Elvira o la novia del Plata.

La literatura en el siglo XIX se convirtió en una de las principales armas para construir y difundir las identidades liberomericanas. Con la llegada de las independencias se dio la necesidad de transmitir nuevos roles.[11]

siglo XX

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Precursores del boom

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Jorge Luis Borges fotografiado por Eduardo Comesaña en 1971.

En el siglo XX algunos escritores comenzaron a forjar la nueva literatura latinoamericana, que daría lugar al llamado boom iberoamericano:[12]

Boom latinoamericano

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Rómulo Gallegos.

Se conoce como boom latinoamericano la explosión súbita de la actividad literaria que ocurrió entre los escritores iberoamericanos en los sesenta.[13]​ Es conocido por impulsar el reconocimiento del movimiento realismo mágico.

Origen

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Surge entre 1960-1970 con novelas como Rayuela, de Julio Cortázar, La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Aunque la periodización es difícil de precisar, algunos autores coinciden en que la concesión del premio Biblioteca Breve de 1962 a La ciudad y los perros significó la consolidación del fenómeno. Sin embargo, otros descalifican esta noción por el cruce que significa en la renovación del género de ficción en el modernismo latinoamericano. El crítico literario Donald Shaw concluye que los años sesenta fueron indiscutiblemente la década central de la aparición del boom; sin embargo, insinuar que el fenómeno inicia en esa época resulta no solo innecesariamente restrictivo, sino que excluye obras literarias que encajan indudablemente (por definición) con las características narrativas e ignora el punto de cambio de ficción Española-americana moderna.[14]

Contexto histórico

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El fenómeno literario surge de la exploración de nuevas áreas de la realidad social. Los escritores del boom lograron conjuntar lo mejor de dos tradiciones distintas, mejorando su capacidad de adaptación. La combinación de los escritores logró que la literatura de América Latina, de ser una minoría, se convirtiese en una variedad poderosa capaz, no solo de multiplicarse con éxito, sino de influir decisivamente en otras literaturas.[14][15]

Características

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Donald Shaw estableció en 1981 una lista sistemática de las características que comprenden las novelas pertenecientes al boom, entre las cuales destacan:[16]

  • La tendencia a reemplazar al narrador omnisciente en tercera persona por narradores múltiples o ambiguos
  • La tendencia a subvertir el tiempo cronológico lineal
  • Un mayor empleo de elementos simbólicos
  • La tendencia a abandonar los escenarios realistas de la novela tradicional, reemplazándolos con espacios imaginarios
  • La tendencia a subordinar la observación a la fantasía creadora y a la mitificación de la realidad

Más tarde, en 1991, agrega más características de la llamada nueva narrativa hispanoamericana:

  • La sustitución del principio causa-efecto por la narración fragmentaria y de la secuencia de la simultaneidad (non-sequitur, multiperspectivismo, diferenciación tipográfica, trama acronológica)
  • La desintegración del personaje y su frecuente reducción paródica al status de un antihéroe o ser marginal
  • La coexistencia ambigua y conflictiva del orden real con el sobrenatural (imaginación, fantasía, magia, mito)
  • La activación del lector
  • El texto concebido como laberinto, rompecabezas, misterio.
  • La inclusión de meditaciones metaliterarias en el corpus narrativo.
  • La interpretación del lenguaje como refracción arbitraria de la realidad y el ejercicio de la libertad lingüística por medio de la experimentación formal (neologismos, yuxtaposición del lenguaje coloquial y culto, anacronismos, juegos de palabras, sintaxis barroca, etcétera)
  • El empleo de ideas inspiradas en el pensamiento moderno (psicoanálisis, existencialismo)

Los elementos anteriores están asentados en la idea asumida de que los propios autores se cuestionaban la realidad y la verdadera tarea del escritor. Dentro de las características listadas anteriormente, Shaw destaca la importancia de tres elementos:[14]

  1. El cambio de actitud hacia la realidad: Manifestadas en las primeras aserciones básicas de Jorge Luis Borges “No sabemos qué cosa es el universo”[17]​ y “Los hombres gozan de poca información sobre los móviles profundos de su conducta”,[17]​ “No entendemos el mundo; no entendemos de nosotros mismos”,[17]​ donde yace el verdadero legado y/o contribución del argentino hacia el fenómeno, el cual destaca que si no entendemos espacio y tiempo. Si la realidad es inasible, entonces la imaginación creativa puede ser usada libremente. Lo real no puede utilizarse para monitorear la verosimilitud de la ficción, las relaciones de causa-efecto no pueden ser involucradas y la cronología no es arreglada.
  2. La desintegración de la personalidad humana como el factor causante del cambio en el escritor de ficción contemporánea, según Carlos Fuentes, derivada de la idea de la imposibilidad de conocer la totalidad del ser.
  3. La idea de la referenciación a sí mismo: como continuación de la idea primera, de la imposibilidad de reconocer, observar o reportar la realidad en el trabajo creativo, el cual, por ende, se vuelve una referencia a la vida del autor y/o el autor mismo.

Géneros literarios predominantes

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Novela: Narración extensa en prosa que desarrolla de forma más completa la descripción de los personajes y los espacios geográficos de la narración. Obras destacadas: Cien años de soledad (Gabriel García Márquez), La ciudad y los perros (Mario Vargas Llosa), Pedro Páramo (Juan Rulfo).

Cuento: Narración breve que desarrolla de forma sintetizada una historia de ficción. Obras destacadas: Chac Mool (Carlos Fuentes), Un día de estos (Gabriel García Márquez), La autopista del sur (Julio Cortázar), El Aleph (Jorge Luis Borges).

El boom y el realismo mágico

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El boom latinoamericano fue uno de los fenómenos que impulsaron la novela del realismo mágico. El término realismo mágico fue utilizado por primera vez en 1925 por el crítico de arte Alemán Franz Roh (1890 – 1965).[18]​ El realismo mágico latinoamericano se puede definir como la preocupación estilística y el interés en mostrar lo común y cotidiano como algo irreal o extraño, expresando emociones, no tratando de provocarlas.[18]

En 1948, fue introducido a la literatura por el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, quien leyó el ensayo de Franz Roh en los años 20, y lo utiliza para referirse a la cuentística venezolana de principios del siglo XX.[19]​ Señala Uslar:

Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico.[20]

El realismo mágico iberoamericano no solo contaminó otras literaturas, sino que creó la sensación de que la literatura latinoamericana era una sola, siempre idéntica y siempre reconocible.[15]

Post-boom

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La literatura posterior al boom se caracteriza a veces por una tendencia hacia la ironía y el humor. El post-boom, o la época posmodernista de la literatura iberoamericana, logró su transición a raíz de autores como Manuel Puig, Severo Sarduy, David Viñas y Mario Benedetti.[16]​ La narrativa del post-boom se identifica a nivel de contenido, con la inclusión de la cultura popular, es un regreso a la escritura de crítica o protesta social.[21]

Características del post-boom:[16]

  • La sexualidad como tema privilegiado
  • La espontaneidad
  • La exuberancia vital: afirmación de la vida frente a sus limitaciones
  • La cotidianidad
  • Anti pretenciosa, sensible a lo banal
  • Entrada en escena de muchas mujeres: Isabel Allende, Laura Esquivel, etc. (al contrario del boom, movimiento principalmente masculino)
  • Rechazo de la retórica
  • Compromiso, protesta, crítica social: impacto más directo en un público menos elitista
  • Descubrimiento del mundo adolescente y de los jóvenes
  • Incorporación de la expresividad poética como forma natural del decir
  • Parodia de los géneros literarios y de los códigos oficiales del lenguaje
  • Vuelta a un mayor realismo y accesibilidad, sin que eso signifique una vuelta al realismo tradicional, sino un retorno a la referencialidad
  • Influencia de los medios masivos de comunicación (el cine, la TV, la música, etc.)

McOndo y la Generación del crack

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McOndo es una corriente literaria de Hispanoamérica surgido en la década de los noventa como reacción contra el realismo mágico, que dominaba la recepción europea de la literatura de Iberoamérica desde 1960.[22]​ Se caracteriza por describir escenarios realistas, prefiriendo ambientes urbanos con referencias a la cultura pop y a la vida cotidiana de la Iberoamérica de fines del siglo XX.[23]​ Para los McOndistas la identidad iberoamericana era individual, urbana, expresada a través de la influencia global de los mass media, de un lenguaje local y de una narrativa fragmentada.[24]​ Y por el contrario, para los escritores de la Generación del crack, esta identidad literaria ha de apoyarse en el riesgo estético y formal –más en sincronía con el boom, en el abono de la alta cultura, el uso de la ironía, y el relato histórico.[24]​ Ambas reniegan de la mágica que simbolizan los autores del boom.[24]​ Los McOndistas son: Alberto Fuguet (Mala Onda), Edmundo Paz Soldán (Iris), Jorge Franco, Giannina Braschi (Yo-Yo Boing!) y Sergio Gómez(McOndo).[25][26]​ Los autores del crack son Ignacio Padilla, Jorge Volpi, y Eloy Urroz. Sus obras se tratan abiertamente temas considerados tabú en Iberoamérica: promiscuidad sexual de ambos géneros, homosexualidad, drogadicción y prostitución.[27]

siglo XXI

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La hibridez y la ironía postmoderna, el sincretismo, la parodia, y un sentido de lo efímero son los rasgos definitorios de la literatura iberoamericana del siglo XXI.[24][28]​ Algunos escritores destacables que publican en el siglo XXI son: Daniel Alarcón (El rey siempre está por encima del pueblo),[29][30]Roberto Bolaño (Los detectives salvajes),[31][32]Giannina Braschi (Estados Unidos de Banana),[25][33][34]Carmen Boullosa (Mejor desaparece),[35]Isabel Allende (El cuaderno de Maya),[36][37]Elena Poniatowska (Leonora),[38]​ y Diamela Eltit.[39]

Narrativa

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Características

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  • Descripción de la vida cotidiana de las personas de América Latina.
  • Representación de temas sociales y políticos.
  • Historias estructuradas de una forma no lineal.
  • Las historias se desarrollan en ambientes rurales y también urbanos, haciendo mucho énfasis en la historia política y social del país en dónde sucede todo. Considerado un símbolo de identidad nacional.
  • Elementos sobrenaturales introducidos en la historia de una manera realista.[40]

Técnicas

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  • Contrapunto: técnica narrativa que implica representar tiempos, personajes y lugares sin previo aviso.[41]
  • Trasloque: Cambios constantes en el tiempo, saltos en el tiempo de presente a pasado, presente al futuro, pasado a presente, futuro a presente...[42]
  • Uso técnicas de retrospectiva e introspectiva.
  • Uso de narradores omniscientes, múltiples o simultáneos.
  • Énfasis en el clímax de la historia.[43]

Escritores destacados

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Algunos de los principales escritores iberoamericanos a lo largo de la historia son:[44]

Premios Nobel a literatos latinoamericanos

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Hasta la fecha se ha concedido el premio Nobel de Literatura a los siguientes escritores iberoamericanos:[45][46][47][48]

  • 1945: Gabriela Mistral (Chile)- Primera mujer y escritor latinoamericana en ganar un premio Nobel de Literatura
  • 1967: Miguel Ángel Asturias (Guatemala) - Premio Nobel otorgado por “sus logros literarios vivos, fuertemente arraigados en los rasgos nacionales y las tradiciones de los pueblos indígenas de América Latina”
  • 1971: Pablo Neruda (Chile)- Entre sus obras más estudiadas por la crítica están “Residencia en la tierra” y “Canto General”
  • 1982: Gabriel García Márquez (Colombia)- Premiado por “sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación, lo que refleja la vida y los conflictos de un continente”.
  • 1990: Octavio Paz (México)- Premiado por “una apasionada escritura con amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística”.
  • 2010: Mario Vargas Llosa (Perú)- Reconocido por “su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, la rebelión y la derrota”.

Grupos literarios de Latinoamérica

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  • Estridentistas: Inició en México, fue la renovación más drástica y escandalosa de la poesía y la literatura mexicana[49]
  • Los Contemporáneos: Se caracterizaron por su preocupación exclusivamente literaria y los límites que impusieron en su formación cultural.[50]
  • McOndo
  • Grupo Paitanás: Movimiento chileno, donde participaron diversos escritores de la ciudad de Vallenar.[51]
  • Grupo Chaicura: Escuela de poesía contemporánea, donde se publicaban revistas de poesía exclusiva.[52]
  • Generación del 37: Grupo originaria de Argentina, que buscaban la liberación intelectual.[53]
  • Grupo Boedo y Grupo Florida: Ambos de Argentina, el Grupo Boedo se caracterizó por sus ideas de izquierda, temática social y deseo de vincularse con sectores populares. Mientras que el Grupo Florida se caracterizó por apoyar al surrealismo y la búsqueda de innovación.[54]
  • El Techo de la Ballena Grupo artístico-literario inscrito en las vanguardias venezolanas de los años sesenta
  • Generación Decapitada: Agrupación literaria, formada por cuatro poetas jóvenes ecuatorianos en las primeras décadas del siglo XX.

Véase también

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Literatura latinoamericana en español

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Literatura latinoamericana en portugués

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Referencias

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  1. education.unc.efu.ar/handle/11086/5204
  2. a b Cella, Susana. (1998). Diccionario de literatura latinoamericana. El Ateneo. ISBN 950-02-8490-1. OCLC 40058877. Consultado el 3 de septiembre de 2020. 
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