Antes de la llegada de los españoles, ya existían en el Istmo de Panamá diversos pueblos, que se pueden dividir culturalmente en dos: los Cuevas y los Dorasques. Los dorasques, también conocido como dorados, dorás, doraces o dorces. Estuvieron establecidos en las regiones que hoy en día se conocen como las provincias de Bocas del Toro, Chiriquí, Veraguas, así como la Comarca Ngäbe-Buglé y Punta Burica.[1]

Los doraces veneraban al sol (padre), la luna (madre) y las estrellas (hijos), además de otras deidades menores que cumplían misiones importantes, como la madre tierra, encargada de la fecundidad de la cosecha. No construyeron templos, pero tenían lugares ceremoniales para los sacrificios y sus prácticas religiosas. Se reunían ante petroglifos, donde depositaban sus ofrendas. Un elemento característico para identificar estas deidades en los petroglifos doraces es que son representadas con un solo ojo central.[1]

Las creencias religiosas del pueblo dorás han proporcionado elementos concretos para que los investigadores, mediante el análisis de su cosmovisión, lengua, tradiciones, cuentos y leyendas ancestrales, puedan concluir qué pueblos son descendientes directos de ellos. Esto ha llevado a la conclusión de que los indígenas «bokotas», también conocidos como «buglés», son los actuales y únicos descendientes directos la cultura dorás.[1]

Similitudes entre doraces y los bokotas en cuanto a las creencias:

1)   La deidad del sol cuidaba a los varones, mientras que la deidad de la luna protegía a las mujeres. Compartían la creencia en un ser supremo, creador y sustentador de la vida, controlador de la muerte, el bien y el mal, y manifestaciones de espíritus o demonios.

2)   El nacimiento de gemelos era considerado de buen augurio o de mucha suerte, característica muy específica de ambos pueblos.

Hoy en día, se puede pensar que los ngäbe-buglé son un solo pueblo debido a las mezclas comunes producto de uniones o matrimonios, pero en realidad eran dos grupos distintos hace siglos, que ahora coexisten en un mismo territorio. Los ngäbe son también conocidos como guaimíes, y difieren en ciertos aspectos de los doraces:[1]

1)   Los guaimíes consideraban a los gemelos como un mal presagio, y antiguamente daban muerte al último en nacer; para los doraces, los gemelos eran símbolo de suerte.

2)   Los guaimíes despreciaban la cruz rupestre, un símbolo característico y sagrado en los petroglifos de los doraces.

El etnógrafo francés Alphonse Louis Pinart afirmó, que en el año 1882, murió el último indígena de la nación Dorasque, propia en Gualaca. También mencionó que para el siglo XIX existía una parcialidad de Chalivas perteneciente a la nación Dorasque-Changuina. Estos eran los indígenas que en tiempo de la conquista, tenían su residencia y asiento principal detrás del Volcán de Chiriquí, Sierras de Chiriquí y de Talamanca, donde confinaban con las naciones (Teribis, Terrabas, Cabecares), llegaban hasta las costas del mar del norte y la laguna de Chiriquí.[2]

Eusebio A. Morales establece que los DORACES jamás se sometieron a las autoridades españolas, siempre estuvieron en franca rebeldía contra la dominación extranjera y en muchas ocasiones destruyeron totalmente los establecimientos coloniales. Sin embargo, debido a los ataques de los indígenas mosquitos, procedentes de Nicaragua, los DORACES se vieron obligados a buscar el amparo de los españoles para evitar su completa aniquilación. Se inició así el largo proceso de aculturación entre estos dos grupos humanos diferentes, el indígena y el europeo.[3]

Referencias

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  1. a b c d Byrzdett, Elyjah. «I». Ducado de Veragua (Bocas del Toro, Chiriquí y Veraguas). Historia del Istmo de Panamá. Panamá. ISBN 978-1672808910. 
  2. Pinart, Alphonse Louis. Vocabulario Castellano-Dorasque, (Dialectos Chumulu, Gualaca y Changuina). Paris-Francia. pp. 1-2. 
  3. «LOS INDIGENAS DORACES DE CHIRIQUI (PUEBLO EXTINTO)».