Este curso de agua se menciona por primera vez como Silis en el tercer libro de la Historia natural de Plinio el Viejo. Aparece luego como Sile en la Cosmografía de Rávena algunos siglos más tarde. Según Bartolomeo Burchelati, el hidrónimo deriva del latín silens; que traduce silencioso, refiriéndose a las tranquilas aguas del río.[1] Estudios más recientes lo acercan a un probable término prelatino sila, con el significado de ‘canal’, o bien a la raíz indoeuropeasel- con el significado ‘salpicar’ o ‘manantial’.
El Sile y algunos de sus afluentes, por su caudal constante, han sido siempre idóneos para el establecimiento de molinos. Incluso en el siglo XIX sólo en Treviso había sesenta y uno. Actualmente, ningún molino explota las aguas del río, pero muchos sobreviven como valiosos ejemplos de arqueología industrial.