Pedro Arbués

religioso y filósofo español. Santo católico
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Pedro Arbués, C.R.S.A. (Épila, Aragón, 1441 – Zaragoza, 17 de septiembre de 1485) fue un presbítero agustino español e inquisidor del reino de Aragón, asesinado por un grupo de judeoconversos, en la Seo de Zaragoza que fueron los únicos condenados, junto con otros dos judeoconversos como inductores, pero detrás de ellos, según Rafael Narbona, existía «toda una conspiración en la que de alguna manera estaban implicados importantes personajes, autoridades del reino y de la misma corte real: el abad del monasterio de San Juan de la Peña, los nobles Pedro Jordán de Urriés, Blasco de Alagón y Lope Ximénez de Urrea».[1]

San Pedro Arbués

El martirio de San Pedro Arbués, por Francesco Cecchini (finales del siglo XVII, archivo de La Seo de Zaragoza).
Información personal
Nacimiento 1441
Épila (Aragón)
Fallecimiento 17 de septiembre de 1485
Zaragoza
Religión Iglesia católica Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Educado en
Información profesional
Ocupación Canónigo (desde 1474) e inquisidor Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados Inquisidor general de Aragón (desde 1485juliano, hasta 1485juliano) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información religiosa
Beatificación 17 de abril de 1662 por Alejandro VII
Canonización 29 de junio de 1867 por Pío IX
Festividad 17 de septiembre
Venerado en Iglesia católica
Patronazgo De los enfermos de gripe, de los que padecen enfermedades de las anginas y respiratorias, de las madres solteras e hijos de madres solteras
Orden religiosa Orden de San Agustín y Canónigos regulares de san Agustín Ver y modificar los datos en Wikidata

Biografía

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Nació en Épila en 1441, hijo de Antonio de Arbués y de Sancia Ruiz. Estudió filosofía, probablemente en Huesca y, en 1469, ingresó en el Colegio Mayor de San Clemente de Bolonia. Fue catedrático de filosofía moral en la Universidad de Bolonia durante el período de 1471-1474, adquiriendo el grado de doctor en 1473. En 1474 fue ordenado sacerdote y poco después Canónigo en la Seo de Zaragoza.

 
Martirio de San Pedro Arbués (1667) del pintor novohispano Baltasar de Echave Rioja, conservado en el Museo Nacional de Arte de México.

El 4 de mayo de 1484, el inquisidor general Tomás de Torquemada nombró a Pedro Arbués, junto con fray Pedro Gaspar Juglar, inquisidor de Aragón.[2]​ Sin embargo, en Teruel las autoridades les negaron la entrada en la ciudad y aquellos respondieron con la excomunión de los magistrados y de todos los habitantes de la villa. El clero de Teruel recurrió entonces al papa que revocó la excomunión y, por su parte, el municipio escribió al rey para protestar. La Diputación General de Aragón les dio su apoyo dirigiéndose también al rey afirmando que no había herejes allí y que los que hubiera debían ser tratados con monestaciones e persuasiones, no con violencia. La respuesta del rey Fernando fue contundente. En febrero de 1485 ordenó que tropas castellanas se situaran en la frontera con el reino de Aragón para obligar a las autoridades a que apoyaran y ayudaran a los inquisidores, terminando así la resistencia de Teruel a la implantación de la Inquisición.[3]

Los nuevos inquisidores comenzaron de inmediato su labor, realizándose poco después varios autos de fe que consiguieron mediante torturas. Según informa el cronista de Aragón Jerónimo de Zurita, la actividad de la Inquisición en Aragón soliviantó los ánimos de los conversos, que solicitaron en varias ocasiones el fin de las condenas a muerte, así como los de la nobleza del reino de Aragón, que veía en la Inquisición una amenaza para el mantenimiento de los fueros del reino.

Como consecuencia, dado que la resistencia institucional no estaba dando ningún fruto, algunos conversos del reino de Aragón decidieron pasar a la acción y tramaron una conspiración para acabar con su vida.[4]​ Gaspar Juglar murió en enero de 1485, corriendo el rumor de que había sido envenenado por los judeoconversos. Arbués sufrió dos atentados de los que logró salir indemne, pero en el tercero, que tuvo lugar en la noche del 14 al 15 de septiembre de 1485, mientras rezaba arrodillado ante el altar mayor de la Seo de Zaragoza, fue acuchillado por ocho asesinos, que lograron escapar. La cota de malla que llevaba debajo del hábito no le salva porque los homicidas, que lo saben, le apuñalan en el cuello.[2]​ "Los asesinos escaparon mientras los canónigos de la catedral acudían presurosos y encontraban al inquisidor agonizando". Falleció dos días después, el 17 de septiembre, como consecuencia de las heridas infligidas.[4]

Impacto posterior y beatificación

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Retablo representando a San Valero, San Vicente Mártir, San Pedro Arbués y San Dominguito de Val, por José Luzán Martínez (1757), Museo de Zaragoza.
Asesinato del inquisidor Pedro de Arbués
Modelo elaborado por Pedro de Villafranca, encargado por el Consejo de la Suprema Inquisición, 1664
El martirio de san Pedro de Arbués, de Murillo, originalmente en la Capilla de la Inquisición de Sevilla, actualmente en el Museo del Hermitage de San Petersburgo.
Martirio del inquisidor Pedro de Arbués, elaborado por artistas del círculo de Antonio del Castillo, conservado en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.

El crimen de Arbués suscitó el horror y la indignación en todo el reino y acrecentó el odio hacia los conversos —y hacia los judíos—, desatándose una feroz e inmisericorde represión, sobre todo cuando se detuvo a los asesinos y se comprobó que habían sido pagados por conversos —los autores del crimen, sus cómplices e instigadores fueron juzgados y ejecutados entre el 30 de junio y el 15 de diciembre de 1486 tras la celebración de sucesivos autos de fe—. Según Zurita, hubo nueve ejecutados en persona, aparte de dos suicidios, trece quemados en estatua y cuatro castigados por complicidad. A uno de los asesinos "le cortaron las manos y las clavaron en la puerta de la Diputación, tras lo cual fue arrastrado hasta la plaza del mercado, donde fue decapitado y descuartizado, y los trozos de su cuerpo colgados en las calles de la ciudad [de Zaragoza]. Otro se suicidó en su celda un día antes del tormento, rompiendo una lámpara de cristal y tragándose los fragmentos; sufrió el mismo castigo, que fue infligido a su cadáver". Las represalias se prolongaron hasta 1492 y los miembros de las principales familias conversas aragonesas, acusados de estar implicados en la conspiración, fueron detenidos y condenados a muerte por la inquisición, destruyendo "de modo efectivo la influencia de los cristianos nuevos en la administración aragonesa".[5]

Una importante fuente del proceso a los acusados es el Libro Verde de Aragón, donde se nombran los inquiridos y su destino.

La repulsa por el crimen fue hábilmente utilizada por el rey Fernando para vencer cualquier resistencia que quedara a la implantación de la inquisición. "Organiza unos funerales solemnes para la víctima, como si se tratara de un mártir de la fe. En diciembre de 1487, la ciudad de Zaragoza manda construir un espléndido mausoleo para los restos de Arbués, con un bajorrelieve que representa la escena del asesinato. En 1490, el municipio financia dos lámparas de plata maciza que coloca ante la tumba, en la catedral; una de esas lámparas arde día y noche. Estos hechos pronto se convirtieron en leyenda".[6]

La Iglesia católica lo considera mártir y santo. Fue beatificado por el Papa Alejandro VII el 17 de abril de 1662, y canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867.[2]​ Su sepulcro, realizado por Gil Morlanes, se encuentra en la capilla de San Pedro Arbués de la Seo de Zaragoza.[7]​ Con motivo de la beatificación, el Consejo de la Suprema Inquisición encargó en 1664 una pintura que representara el asesinato, siguiendo un modelo elaborado por el grabador Pedro de Villafranca. Dicho grabado serviría a varios artistas que elaboraron sus versiones del mismo, siendo la más notable la elaborada por Murillo, que se utilizó para presidir la Capilla de la Inquisición de Sevilla. Esta obra, al igual que muchas otras, fue robada durante la Invasión Francesa de España (1808-1814) por el mariscal Soult y llevada a Francia. Posteriormente sus herederos la revendieron y actualmente se encuentra en el Museo del Hermitage de San Petersburgo, Rusia.

 
Cuadro Virgen de los Reyes Católicos en el que aparecen los reyes Fernando de Aragón e Isabel de Castilla junto con los inquisidores generales Tomás de Torquemada y Pedro de Arbués.

Leonardo Sciascia en Morte dell'inquisitore (1964) escribe que Arbués, junto con Juan López de Cisneros (m. 1657), son "los únicos dos casos de inquisidores que murieron asesinados".


Predecesor:
Pedro Gaspar Juglar
 
Inquisidor General de Aragón

Enero de 1485-17 de septiembre de 1485
Sucesor:
Tomás de Torquemada

Referencias

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  1. Narbona, Rafael (2006). «El segle dels Trastàmara». En Ernest Belenguer y Felipe V. Garín, ed. La Corona d’Aragó. Segles XII-XVIII (en valenciano). Valencia: Generalitat Valenciana. p. 121. ISBN 84-482-4311-0. 
  2. a b c Pérez, 2012, p. 37.
  3. Kamen, 2011, p. 56.
  4. a b Kamen, 2011, p. 58.
  5. Kamen, 2011, pp. 58-59. «Un examen de la lista de las víctimas muestra la constante aparición de los ilustres apellidos de Santa Fe, Santángel, Caballería y Sánchez. Francisco de Santa Fe, hijo del famoso converso Jerónimo y consejero del gobernador de Aragón, se suicidó tirándose desde una torre y sus restos fueron quemados en el auto celebrado el 15 de diciembre de 1486. Sancho de Paternoy fue torturado y encarcelado. Un miembro de los Santángel, Luis, que había sido investido como caballero por el propio Juan II de Aragón por sus proezas militares, fue decapitado y quemado en la plaza del mercado de Zaragoza el 8 de agosto de 1487; su primo Luis, más conocido, cuyos préstamos harían posibles los viajes de Colón, tuvo que hacer penitencia en julio de 1491. En total, más de quince miembros del linaje de los Santángel fueron castigados por la Inquisición antes de 1499; y entre 1486 y 1503, catorce miembros de la familia Sánchez sufrieron igual suerte»
  6. Pérez, 2012, p. 37. «La noche del crimen, la campana de Velilla, pequeña localidad situada a unos treinta kilómetros de Zaragoza, se puso a tocar por sí sola, como cada vez que ocurría un hecho extraordinario, y el vergajo que sostenía el badajo se rompió, la sangre de la víctima, esparcida por la catedral, se licuó dos semanas después del crimen y la gente acudía a empapar en ella pañuelos y escapularios. Pedro Arbués fue canonizado por Pío IX el 29 de junio de 1867»
  7. SERRANO MARTÍN, Eliseo, y POSTIGO VIDAL, Juan, p. 246.

Bibliografía

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Enlaces externos

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